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Preferiría no hacerlo

Chantaje emocional

Hay que aplaudir a los futbolistas cuando marcan, cuando recitan su catálogo de tópicos y hasta cuando tienen la cara dura de preguntar qué hay de lo mío

Cada final de temporada los futbolistas se salen con la suya haciendo el mismo chantaje emocional: hay que puntuar sea como sea; es mejor jugar mal y ganar que jugar bien y descender. Y da igual que esto no sea lo acordado. Que el Mallorca se esté jugando la permanencia después de que hubieran prometido dejarse la piel para subir a Primera. Hay que aplaudir con las orejas cuando marcan, cuando recitan su catálogo de tópicos y hasta cuando tienen la cara dura de preguntar qué hay de lo mío. Y hay que resignarse porque al fin y al cabo son los que mandan. Lo sabe el entrenador, que les consulta si se sienten cómodos con el sistema. Así que nada de generar mal rollo diciendo que están arrastrando por el suelo la imagen del Mallorca. O que por su culpa hay que sufrir la humillación de celebrar las derrotas del Huesca. Así que enhorabuena a ellos y a los que los ficharon.

Valiosas lecciones

No se sabe a lo que juega el Mallorca de Fernando Vázquez, ni falta que hace. Los resultados avalan al preparador gallego, y quizás jugar tan mal sea el mejor remedio para sobrevivir en esta extraña categoría. Ver jugar al conjunto bermellón es peor que un dolor de muelas, incluso cuando golea al líder. Pero el técnico ya va divisando la meta de la permanencia, objetivo que más de uno venderá como un éxito sin precedentes. Cabe preguntarse si Molango estará aprendiendo de los errores ajenos y de los suyos propios. Ojalá sea así para no tener que vivir otra temporada en el fango.

Impulso a son bibiloni

Hace tiempo que el Mallorca trata con mimo su cantera, y ahora ha emprendido un necesario camino hacia una mayor profesionalización de sus técnicos. El gran objetivo es nutrir al primer equipo con futbolistas capaces de competir en Primera División y evitar en lo posible el éxodo de jóvenes valores a otros clubes -eminentemente Real Madrid y Barça- que se produce cada verano. Hay instalaciones, recursos económicos y una propiedad decidida a priorizar la cantera. A los clubes les cuesta invertir en sus categorías inferiores porque no ofrece resultados inmediatos, pero el Mallorca está dispuesto a trastocar esta lógica.

hay champions

Si es verdad que el fútbol es un estado de ánimo, el Real Madrid empezó a ganar la Undécima el sábado en el Camp Nou. Nadie como un madridista para pasar del derrotismo más absoluto a un triunfalismo exacerbado. Y nadie tan propenso a los ataques de pánico como un culé. A falta de fútbol, al conjunto de Zidane le bastó con emboscarse durante todo el partido, seleccionar cuidadosamente sus ataques y volver a resguardarse. Es demasiado tarde para la Liga, así que la calculadora solo la sacan los muy devotos. Pero la Champions es otra historia, una competición propicia para los equipos que como el Madrid juegan a ráfagas. Más emoción para un final de temporada que antes del Clásico tenía color blaugrana.

Indiferencia balearica

Si el Mallorca ha sido una plaza tradicionalmente cómoda para cualquier futbolista por el bajo nivel de exigencia que tradicionalmente reina en la entidad bermellona, jugar en el Baleares es directamente un chollo. El Lleida liquidó ayer el fastuoso proyecto blanquiazul, uno de los más ricos de toda la Segunda B, con un 0-6 que dejó en ridículo a los futbolistas y al entrenador. Algo así provocaría un terremoto en cualquier club del mundo, pero no en un Baleares tan rico como indolente. Incluso hay quien considera que la temporada puede salvarse ganando la anodina Copa Federación. Es fascinante la indiferencia con la que se maneja el club palmesano.

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