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La crónica

El Mallorca se da un festín ante el líder

El equipo de Vázquez consigue la victoria más holgada de la temporada y se impone 3-0 al Leganés - Tras una primera parte para olvidar, dos goles de Colunga, que empezó en el banquillo, y un Yuste imperial en el centro de la defensa, fueron clave para lograr un triunfo que cerró Ortuño

En una tarde que parecía que iba a acabar como otras tantas, con una nueva decepción, finalizó en fiesta. Y de las grandes. Hacía mucho tiempo que el Mallorca no se daba un festín como el de ayer, y nada menos que ante el líder Leganés, que no demostró en ningún momento su privilegiada posición. Y todo llegó de la mano de un futbolista inesperado, Colunga, que empezó en el banquillo y finalizó el partido como el gran héroe, con dos goles que permiten al equipo de Vázquez tomarse un respiro y otear el horizonte con una mayor tranquilidad.

El encuentro debe suponer una lección magistral, para el equipo y, sobre todo, para Vázquez, que puede extraer muchas y buenas conclusiones. La lectura buena del partido hay que hacerla a partir de la lesión de Campabadal en el minuto 22. El lateral impactó de forma brutal con Bustinza en un balón por alto. El resultado fue que el mallorquinista tuvo que abandonar el terreno de juego con un fuerte golpe en el párpado que le impedía ver en condiciones y el pepinero jugar con una aparatosa venda en la frente, como los jugadores de antes. Y, sin ni siquiera intuirlo, fue en ese momento -minuto 27- cuando el equipo sentó las bases para llevarse una victoria que nadie puede decir que sea injusta. Colunga se ubicó como segundo punta, casi en paralelo con Ortuño; Company volvió a su posición habitual de lateral y Yuste se colocó en el centro de la defensa, junto a Aveldaño. Sissoko y Damià formaron el doble pivote. Era un dibujo más reconocible. Aunque no pasó absolutamente nada hasta el final de la primera parte, ni por parte del Mallorca ni de un Leganés a ratos apático, la película del partido empezó en realidad en la segunda.

Poco después de una de las pocas llegadas claras del Leganés a la portería de Timon se produjo lo inesperado. El gol del Mallorca. Inesperado porque, hasta aquel momento -minuto 53-, Serantes, portero del Leganés, había sido un espectador más. Ortuño se hizo con la pelota, se la pasó a Sissoko y éste a Colunga en posición de extremo derecho. El asturiano tiró cruzado al segundo palo y el balón entró. De forma inesperada, el marcador estaba del lado del Mallorca, que hizo pleno en su único disparo a puerta.

Los hombres de Garitano, con una línea de cinco defensas, acusaron el golpe. La toca bien el líder, pero está espeso en ataque. Si encima te encuentras una defensa seria, como lo fue la de ayer el Mallorca, se explica por qué se fue de vacío de Son Moix.

Las alegrías no acabaron aquí. A quince minutos del final del partido Colunga se fabricó un penalti que no dejó dudas en el árbitro. El delantero decidió que la de ayer era su tarde y se hizo con el balón con la intención de lanzarlo, para enfado de Arana, el especialista del equipo desde los once metros. Colunga no falló y marcó el gol de la tranquilidad. Seis minutos después llegaría el tercero, obra de Ortuño. Se ganó el gol a pulso. El papel del delantero solitario es uno de los más ingratos del fútbol. Es correr, correr y correr en busca de sombras. Eso es lo que hizo ayer Ortuño. Pero con el Leganés más abierto en busca de acortar distancias, aprovechó la única ocasión que tuvo. Se fue del mallorquín Sastre y batió por bajo a Serantes, que encajaba su tercer gol en el tercer remate que recibía. Los aficionados no podían creerse lo que estaban viendo.

El juego del equipo sigue dejando mucho que desear. La primera parte de ayer fue para olvidar. La peor de toda la temporada, proclamaban algunos. Difícil afirmarlo con rotundidad porque han sido tantas las tardes de mal juego que ya se ha perdido la cuenta. Pero en la segunda, con el cambio de dibujo, el equipo reaccionó y consiguió una victoria clara que le debe permitir aumentar su autoestima, por los suelos en una temporada para olvidar. El equipo está vivo y demostró ayer que está dispuesto a luchar hasta el final para lograr una permanencia imprescindible para encarar con unas mínimas garantías el nuevo proyecto. A falta de que finalice la jornada, el Mallorca se sitúa a seis puntos del descenso. El equipo se ha ganado una semana de paz.

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