En el fútbol actual es poco habitual que un futbolista recorra todos los escalones del balompié nacional para recalar en la máxima categoría. En el Real Mallorca también se han dado algunos casos. Y uno de los más significativos -sobretodo por el carisma y cariño que creó en la afición rojilla- fue el de Rafael Gallardo Muñoz. Nació en Málaga hace 62 años y tras formarse en el Palo, recaló en el Malagueño, filial del conjunto andaluz. De la mano de Luis Costa, entrenador en la temporada 1976-77 del Real Mallorca, el espigado centrocampista malagueño recaló en la entidad rojilla. Y aquí empezó su escalada. De Tercera a Primera. Y con el brazalete de capitán como señuelo.

"Un desastre, debían a todos"

Con una media sonrisa recuerda Rafa Gallardo que "de mi primera etapa aquí quedé encantado, deportivamente me fue fenomenal, pero en lo económico ya no fue así. A mí y a mis compañeros nos dejaron a deber un montón de dinero". Por ello decidió no continuar a la temporada siguiente, la del famoso y triste encierro de los futbolistas rojillos en el vestuario. "Era un tema que se veía venir, si no cambiaba la directiva que había y entraba gente nueva, eso no tenía remedio. Lo normal fue que pasó lo que pasó", apostilla Gallardo.

Tras volver a Málaga, en donde de la mano de Otto Bumbel se quedó con las ganas de debutar con el primer equipo de la Costa del Sol, recibió en la campaña 1978-79 el ofrecimiento del ya nuevo presidente del Mallorca, Miguel Contestí, para regresar a la isla. "Yo me cubrí las espaldas porque no conocía a nadie de la nueva directiva, pero he de decir que no tuve ningún problema para cobrar y desde luego, muy contento de volver en esta segunda etapa, en la que al final estuve ocho temporadas", relata.

Para Gallardo, la clave del resurgimiento del equipo, con ascenso incluido a Segunda B fue "que todos formábamos un gran grupo de amigos. Por aquel entonces no se ganaba tanto dinero, las primas se repartían entre toda la plantilla".

Y ya en Segunda B, empezó a retrasar su posición desde el centro del campo a la posición de 'cuatro'. ¿El motivo? Paco Bonet. "Fue la mejor temporada de mi carrera deportiva, me sentía muy a gusto jugando de libre. Antonio Oviedo me puso allí porque vino Paco Bonet, que para mí era un fuera de serie y el mejor jugador con el que he jugado", cuenta.

Ya en Segunda División, tras una primera temporada marcada por el cese de Antonio Oviedo y la llegada de Lucien Müller, con una sexta plaza final, llegó el año del ascenso a Primera. Un cambio de categoría más que rocambolesco que se fraguó frente al Castilla, ante el que se cayó (1-0). "Pero ya teníamos los puntos suficientes para ascender, nos lo merecíamos", espeta el propio Gallardo, ya todo un ídolo de la afición rojilla, que aplaudía con fervor sus certeros cruces como hombre de cierre que era y sus cabalgadas con el balón en los pies desde su campo hasta el área rival.

Debut en Primera... con Koldo Aguirre

La llegada de Koldo Aguirre para ocupar la vacante que dejaba Lucien Muller fue para el capitán rojillo un error. De hecho, los primeros minutos de Gallardo en Primera los hizo de suplente y saliendo en Salamanca en los últimos minutos en lugar de Barrera. El malacitano, sincero y con el corazón en la mano, fue claro al referirse al técnico vasco: "No sé por qué vino, pero llegó y pasó lo que tenía que pasar. No se jugaba a nada, no hicimos nada, para mí Koldo Aguirre era un desastre". Visión diferente tenía del siguiente, Marcel Domingo, al que por cierto ya conocía de su etapa en el Málaga. "Con Marcel el equipo reaccionó y creímos en la opción de salvarnos, pero lo que nos hundió fue el partido del Valladolid, y en el que se cayó el muro. Este partido nos marcó", afirma.

"Vamos a ganar al Barcelona"

Rafa no oculta su admiración por Marcel Domingo, con el que mantenía muy buena relación y al que reconocía ser "un gran psicólogo". "Te motivaba muy bien, un fenómeno en este sentido, aunque ya vino mayor al Mallorca y apenas entrenábamos el aspecto físico. Para mí, el mejor motivador que he tenido". Se cuentan muchas anécdotas sobre la estancia de Marcel en Mallorca, y Gallardo nos desvela una de tantas. "A minutos de jugar contra el Barcelona en su estadio, en la charla previa nos dijo: 'chavales, que hoy toca ganar al Barcelona'. Y todos nos miramos la cara sorprendidos porque si no ganábamos a nadie, como íbamos a hacerlo frente al Barça. A Damià Amer le dijo: 'usted cogerá a Maradona. Yo lo he visto jugar un montón de veces, y no juega bien. ¿Por qué hoy lo hará?'. El partido acabó con empate a uno. Y a final de temporada se bajó con un equipo para estar mucho más arriba, pero el problema vino con la elección del entrenador", recuerda Gallardo.

Descenso y adiós

Tras confirmarse el descenso a Segunda, Marcel Domingo quiso llevarse a Gallardo a Francia, su siguiente destino, pero Rafa -casado ya y con dos hijas- a sus 29 años rehusó tal posibilidad. A partir de aquí, ya no fue lo mismo para él: "El descenso nos marcó mucho. No fue lo mismo, y en Segunda no salieron las cosas. Al final de temporada, Miquel Contestí decidió que no continuase, me echó de malas maneras, y aquí se acabó mi etapa en el Real Mallorca".

Y a partir de aquí, desandar lo andado. Un año en el Atlético Baleares -en el que apenas jugó- con Antonio Oviedo como mentor, al Almería, y después la vuelta a su Málaga natal para jugar en el Antequera supuso su adiós al mundo del fútbol de máximo nivel, al que llegó a la chita callando desde muy abajo, desde la Tercera División, para capitanear "la mejor etapa de mi vida", ese transito de Tercera a Primera División. Y así lo sigue contando años después, de nuevo en Palma y ya afincado como un mallorquín más.