Óscar Díaz fue el protagonista involuntario de un partido en el que fracasó junto con el resto del equipo. Como estaba previsto, los casi seis mil espectadores que acudieron a Los Pajaritos brindaron una hostil bienvenida a un futbolista al que acusan de traición por haber aceptado la propuesta del Real Mallorca el pasado mercado invernal.

El madrileño escuchó la primera pitada cuando su nombre sonó por la megafonía del estadio minutos antes de que arrancara el encuentro. Y los silbidos se sucedieron cada vez que tocó la pelota. El futbolista tuvo un papel irrelevante, vigilado muy de cerca por los que fueron sus compañeros hasta hacía tres semanas, pero la afición numantina no le absolvió ni una sola vez.

El fichaje de Óscar Díaz, concretado el último día del mercado después de que Maheta Molango pagara al Numancia su cláusula de rescisión, abrió una herida que todavía sangra. Y mientras el conjunto soriano daba un baño de fútbol al Mallorca, la grada no perdía ocasión de recordar al jugador su malestar por su salida.

Los decibelios se dispararon cuando Vázquez ordenó su cambio mediada la segunda parte. La expresión del madrileño dejó claro que la situación le superaba.

Óscar Díaz es otra de esas conversiones típicas en el fútbol. Ha pasado de héroe después de marcar siete goles en la primera vuelta a villano.