Hacía poco más de un mes que el Mallorca, con Héctor Cúper al frente, había logrado la tercera plaza en la Liga y el equipo había perdido la final de la última Recopa de la historia, ante el Lazio en Birmingham. El 25 de junio de 1999, el guardameta argentino Carlos Roa convocó a los medios de comunicación para ofrecer la que posiblemente ha sido la rueda de prensa más sorprendente a la que este periodista haya asistido. Roa se despedía así del fútbol profesional. "He sido un mal cristiano. Hay que tener fe, agarrar la Biblia y saber dejarte guiar por Dios. Uno de los motivos por los que me voy es por el sábado, el séptimo día, un día sagrado". "Cuando salga por esta puerta soy una persona más, como ustedes, por lo que les pediría que no me entrevistaran", rogó a los periodistas, que no salían de su asombro por la experiencia que acababan de vivir.

Quince días antes dio alguna pista de que algo fuera de lo común podía suceder al renunciar a jugar dos amistosos con la selección argentina. Fuera del club Héctor Cúper -se despidió el 31 de mayo para fichar por el Valencia-, la salida de Roa, que acababa de ganar el trofeo Ricardo Zamora con 28 goles encajados en 35 partidos, significó el fin de la mejor época en la historia del club, quintos y finalista Copa en 1998, y terceros, finalista de la Recopa y campeón Supercopa España un año después.

Justo cinco meses después Roa se sinceró en su primera entrevista, concedida al diario argentino ´Olé´: "Nunca quise ser futbolista y no echo absolutamente nada de menos al fútbol. Estoy feliz sin el fútbol. Estoy en paz porque me saqué un peso de encima y lo hice por amor". Se fue a vivir a Colonia Margarita, un pueblo bucólico del interior de Santa Fe. "En este fútbol tan competitivo uno siempre quiere prevalecer sobre el prójimo y ser el mejor. Para las cosas de Dios uno tiene que dedicarse por entero". No quiso ni confirmar ni desmentir los rumores que decían que en Mallorca hubo un pastor estadounidense que le convenció para que abandonara el fútbol. "Siempre tuve la esperanza de dejar de jugar al fútbol. Estaba en mis pensamientos por no haber podido guardar el sábado bíblico como dice Dios en sus escrituras". "Nunca me gustó ser jugador de fútbol, no lo seguía por televisión, no me interesaba. De pequeño quería ser aviador de guerra, nunca futbolista", al tiempo que admitía que su verdadera pasión era "la Biblia". Decidió abandonar, algo que sus compañeros no comprendieron. "Algunos me dijeron que estoy loco y sé que ninguno lo haría, pero no me importa, tengo el apoyo de mi esposa y no necesito más".

El 14 de febrero de 2000 Roa llega a Palma para reclamar el último plazo de su ficha de la pasada temporada. Al día siguiente, Mateu Alemany llega a un acuerdo con el exfutbolista argentino para pagarle la última parte de la ficha, salario y primas. Carlos Roa cedió sus derechos federativos al Real Mallorca, club en el que se comprometió a jugar si decidía regresar al fútbol. El argentino consideraba su regreso una posibilidad "que no se puede descartar".

Así fue. El 5 abril 2000 anuncia en Mar del Plata su regreso al fútbol y al Mallorca. Espera que el club mallorquinista cumpla la promesa de permitirle no jugar los sábados. "Hoy por hoy es imposible que juegue en sábado". "Vuelvo para ser feliz". La estancia en España en febrero, en donde habló con sus compatriotas Siviero, Mena y Cúper, influyó en su decisión.

Roa llega a Palma en el mes de julio y dice que los sábados sólo jugará por las noches y que no entrenará ni jugará de día. Pero su regreso al fútbol fue desafortunado. El 6 noviembre es operado de una lesión en el hombro izquierdo y permanece seis meses de baja. En agosto de 2001. Roa se muestra "frustrado" y critica a Bernd Krauss, entonces entrenador del Mallorca, y al club porque "no han tenido la valentía de decirme a la cara que no contaban conmigo. Es contradictorio que me quieran renovar si quedo fuera y no me inscriben".

Lo cierto es que, a su regreso, la relación de Roa con el Mallorca ya no fue la misma. El año que estuvo alejado del fútbol dejó huella en un guardameta que, antes de su retirada, pasó por ser uno de los mejores del mundo. Acabó sus días como futbolista en España en el Albacete. Su retirada del fútbol, pero sobre todo los motivos que adujo, no dejó indiferente a nadie.