El Mallorca ha roto con el pasado, el penoso y esperpéntico pasado que tanto le ha atormentado en los últimos años. Lo triste es que eso todavía se va a notar en la clasificación durante la presente campaña porque ya han pasado veintitrés encuentros, demasiados para disimular. Pero el desembarco de Robert Sarver y los suyos y la gestión de Maheta Molango se ha traducido en una enorme ilusión entre el mallorquinismo. Y justo eso era lo más difícil porque la afición tenía toda la razón al estar harta de tantas decepciones. Solo son dos victorias, nada más que eso, el descenso apenas está a dos puntos y la promoción a la friolera de once, pero ahora se respira otro ambiente. Los fichajes de Lago Junior y Ortuño han dado credibilidad al proyecto. Como ha dicho más de una vez el consejero delegado no han llegado al Mallorca para estar en Segunda. Y la suerte es que el técnico es Fernando Vázquez, un hombre que no necesita alimentar más su ego y que, si me permiten la expresión y como decía el inolvidable Luis Aragonés, tiene el ´culo pelao´ en este oficio. El gallego sabe lo que quiere y cómo lo quiere, algo que es básico para que llegue todo lo demás. Y si los mimbres le acompañan mucho mejor. Este Mallorca, desde luego, es otra cosa.
