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La crónica

El Mallorca dispara las expectativas

El grupo bermellón conquista en Ponferrada su primera victoria del curso a domicilio y prosigue su escalada en la tabla - Un penalti transformado por Pereira y un gol en propia puerta de Andy confirman la superioridad de los rojillos y posibilitan el segundo triunfo consecutivo de Vázquez

El Real Mallorca coronó una semana febril en el mercado de invierno con una convincente victoria en Ponferrada que invita al optimismo. El primer triunfo consecutivo de la temporada a domicilio -el segundo consecutivo de Fernando Vázquez- se cocinó a base de convencimiento, tenacidad y una clara superioridad del conjunto bermellón en las dos áreas.

El club está de dulce. La victoria ante el Alcorcón fue un bálsamo y la cosechada ayer en El Toralín es una invitación a renovar las esperanzas en un equipo que empezó 2016 hecho trizas. La llegada de Vázquez, el buen trabajo de Maheta Molango en los despachos y un cambio generalizado de actitud en los futbolistas ha obrado una especie de milagro.

El técnico gallego ha empezado por blindar la defensa y, aunque sigue cojeando en la parcela creativa, el Mallorca ha aprendido al fin a competir en esta categoría. Fue de nuevo una acción de penalti avanzada ya la segunda parte la que sirvió para desatascar un partido de clara superioridad rojilla. Acertó Pereira y dos minutos después Andy marcó en propia puerta cuando trataba de alejar un remate de Ortuño.

Dominar los partidos no es una prioridad para Fernando Vázquez, pero el Mallorca empezó con ganas de ser protagonista. Con más voluntad que ideas los bermellones trataron de ganar metros, pero se estrellaron invariablemente contra la defensa local. De poco sirve tener la pelota si no se sabe qué hacer con ella. El centro del campo no carburaba, con un Damià fuera de lugar. Y en las bandas Lago y Pereira ofrecieron brega y poco más.

El punto de inflexión llegó cuando Vázquez desplazó a Lago a la punta de ataque y ubicó a Brandon en un costado. Con el paso de los minutos el Mallorca se sintió más fuerte y acorraló a una Ponferradina sumida en un mar de dudas.

Había once soldados sobre el terreno de juego. Cada uno en su papel y sin dar un balón por perdido para no ser superados al menos la batalla de la intensidad. En eso ganaron los hombres de Vázquez a un rival francamente limitado, aunque su fútbol era previsible.

Cuando se consumían los últimos minutos del primer acto el Mallorca metió miedo a El Toralín con un doble larguero. Primero Costas voló hacia el esférico para cabecear un falta botada por Damià a la madera. Acuña voló todavía más alto para buscar el rechace, pero su remate se estrelló en el mismo lugar.

La impotencia de siempre ante el gol, pero al menos los hombres de Vázquez enfilaron el túnel de vestuarios sintiéndose superiores. La Ponferradina, inmersa en un profundo bache deportivo, no había dado señales de vida.

El partido discurrió por el mismo cauce en la segunda mitad. El Mallorca dominó e inquietó más que su adversario, pero sin acierto ante la portería rival. Acuña tuvo su segunda ocasión del encuentro cuando encaró a Santamaría después de un buen control, pero el guardameta tapó bien el hueco.

Lago, con libertad de movimientos en la segunda parte, hacía diabluras y provocaba numerosos cortocircuitos en una defensa rota. El conjunto bermellón ya acumulaba una buena colección de argumentos para haberse adelantado en el marcador. Vázquez creyó llegado el momento de hacer debutar a Ortuño y el delantero se estrenó con un tímido disparo.

Los bercianos fiaban su suerte al cronómetro para salvar un digno empate, pero entonces Santamaría derribó a Brandon dentro del área cuando el mallorquín se dirigía a toda velocidad hacia la portería. Como hace una semana, Pereira asumió la responsabilidad de lanzar la pena máxima.

El Mallorca tenía en el saco la primera victoria de la temporada a domicilio. La certificó dos minutos después Andy cuando marcó involuntariamente al tratar de despejar un remate de Ortuño rechazado por el poste.

La Ponferradina era un equipo roto y Lago tuvo el tercero después de protagonizar una genialidad, pero Santamaría salvó la honra de su equipo. Esta vez hay buenas razones para ser optimistas.

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