AUtz Claassen siempre le lastró la pérdida de prestigio fruto de la larga guerra de accionistas que sumergió al Real Mallorca en un caos permanente, pero se reservó su mejor movimiento para el final: dejar el club en manos del grupo de inversores norteamericanos liderados por Robert Sarver. Aquella fue una operación premeditada y planeada durante el año en el que reunió la mayoría accionarial. El primer propietario extranjero de la historia de la entidad había peleado hasta el límite de sus energías para asumir el control del club. Y desde entonces se afanó en poner orden en los números y en los papeles para seducir a futuros inversores mientras supervisaba el diseño de una plantilla que debía ascender a Primera en el año del Centenario. Es del todo improbable que el Mallorca celebre su siglo de vida regresando a la máxima categoría, pero el alemán podrá consolarse con ser el presidente de la institución en una efeméride tan importante.

En enero de 2015 el germano ya era presidente, reunía en su poder la práctica totalidad de las acciones de la entidad y, aunque heredó algunas hipotecas del pasado, tenía las manos libres para conducir los destinos del club. Por fin estaba al mando y muy pronto se destacó como un propietario muy intervencionista tanto en la gestión económica como en la parcela deportiva. Su mandato tuvo un resultado muy desigual. Administró con éxito las finanzas -logró reunir el dinero suficiente para poner en marcha un equipo-, pero su proyecto deportivo naufragó durante la primera vuelta de la presente temporada. El alemán facultó a Miquel Àngel Nadal para hacerse cargo de la dirección deportiva, pero el manacorí no estuvo a la altura de la exigencia.

Hubo dos versiones de Claassen desde que se unió al proyecto de Llorenç Serra Ferrer en noviembre de 2010. El accionista litigante y feroz opositor a la gestión del pobler; y el propietario hiperactivo y ambicioso, convencido de tener la fórmula del éxito para sacar al Mallorca del infierno de la Segunda División. No parece que vaya a ser así pese a las correcciones emprendidas por Maheta Molango este mercado de invierno, pero el futuro es esperanzador. Claassen abrió la puerta a los 20 millones de euros de Sarver, gracias a lo cual la institución ha entrado en otra dimensión.