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Análisis

Marcelino es el ejemplo

Los mallorquinistas mayores de treinta años, y quizá algunos un poco más jóvenes también, se acordarán de un joven central que llegó a la isla procedente del filial del Sporting de Gijón porque en el primer equipo no tenía minutos. Cuatro años después, aquel desconocido en la isla para todos, menos para el entonces director deportivo Pep Bonet, se convertía en internacional con la selección española y era pretendido por media Europa. El asturiano había llegado con mucha hambre para encontrar el éxito que en Mareo, que después se tiraban de los pelos, le negaron. Se fue al Newcastle dejando en la caja más de mil millones de las antiguas pesetas y después de haber ascendido a Primera y haber sido una figura importante en las dos históricas temporadas de Héctor Cúper, con final de Copa y Recopa incluidas. Quizá el nombre de Carlos Castro no les suene demasiado, o el de muchos otros futbolistas que ahora circulan ante la posibilidad de fichar por el Mallorca, pero por mucho dinero que haya llegado de la mano de Robert Sarver, la solución pasa por fichar talento inmediato, por supuesto, pero también hambre. Y entre tantos jugadores intrascendentes, seguro que se encuentra el Marcelino Elena de turno para que sea realmente válido para el proyecto. Lo que pasa es que las urgencias y la mala situación deportiva del Mallorca, esa es la triste realidad actual, pueden nublar la vista de los que deben elegir. Esperemos que Molango y Nadal, si es que realmente le ayuda, acierten.

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