Sin aficionados el fútbol no tendría ningún sentido, sobre todo el profesional. Los vaivenes deportivos y económicos que ha vivido el Mallorca a lo largo de su centenaria historia, desde la Tercera División hasta la Liga de Campeones, también se ha reflejado en su número de hinchas, que ha variado sustancialmente dependiendo de la etapa que le tocaba vivir. No obstante, la Federació de Penyes del Mallorca existe como tal solo hace veintiún años, cuando el ya fallecido Miguel Garro, de la Peña Graderio, fue su primer presidente. No obstante, mucho antes de aquel 1995, cuando el club militaba en Segunda, aunque ya había vivido varios ascensos a Primera y la final de Copa del Rey de 1991, las peñas ya se habían organizado.

Un mallorquinista histórico como Perico Colombàs fue el primer coordinador de estas asociaciones de aficionados del club que se repartían por la isla e incluso fuera de ella, como la Universitaria de Barcelona. Los directivos Tomás Jaume, Miguel Bauzá y Juan Riutort fueron a buscarle en la temporada 1978/1979, el primero de la presidencia de Miquel Contestí, para que las organizara. "Sin duda alguna, en aquellos duros años de deudas a la Federación Española de Fútbol, con el club y el equipo embargados, la luz, el teléfono y el agua cortados, la contabilidad extraviada, los bolígrafos robados y las oficinas semiasaqueadas, al presidente le interesaba unir a la afición", recuerda Colombàs en el libro ´Historia del Real Mallorca´. En menos de tres años se formaron unas cuarenta peñas y eso que el equipo estaba lejos de la elite. "Fueron tiempos muy duros, especialmente el año de Tercera, porque cada domingo nos las teníamos que ver con los pueblos, seguramente los mismos que ahora hacen cola para ver al Mallorca en Primera", rememoraba nostálgico Colombàs en esta obra realizada cuando la entidad militaba entre los mejores. "Se llenó el Lluís Sitjar para un partido ante el Poblense en Tercera", añade. Después de algunas desavenencias entre el club y los propios peñistas, la coordinación de las peñas quedó en tierra de nadie hasta la fundación de la Federació.

Miguel Garro, otro gran mallorquinista muy activo, lideró una iniciativa potenciada por la ilusión que supuso el desembarco en el club de Bartolomé Beltrán. El retorno a Primera fue decisivo para que aumentara el número de peñas y de peñistas. Estar organizados fue básico para, por ejemplo, organizar el histórico y multitudinario viaje a Valencia para la final de Copa en 1998, en la que el Consell regalaba el famoso chubasquero. Unos trece mil seguidores se desplazaron hasta Mestalla con un comportamiento ejemplar. Igual sucedió cuando tuvo que viajar a Birmingham (Inglaterra) para la final de la Recopa, con seis mil seguidores. Pero el mayor éxodo de isleños se produjo en la final de la Copa del Rey en 2003, cuando quince mil personas se desplazaron a Elche, coordinados por la Federació, una tarea nada fácil por todo lo que suponía. Después de Garro, la presidencia de la Federació ha tenido muchas caras y muchas intervenciones, no todas ellas agradables. Por ejemplo cuando en 2010 unos dos mil seguidores se manifestaron contra la UEFA por dejar fuera de la Liga Europa al Mallorca o, ya más reciente, en 2014, cuando unos dos mil, según la Policía, y 3.400, según las peñas, se manifestaron contra el Consejo de Administración que lideraba Llorenç Serra Ferrer. Matías Rebassa, Jaume Capllonch, Xisco Bauzá, Rafel Martorell, Miquel Mesquida y Rosa Planas han sido sus siguientes mandatarios. Precisamente la hija de Toni ´Tatxa´ Planas, otro emblemático mallorquinista, es la actual presidenta de una Federació que cuenta con cuarenta y siete peñas, que representan 2.010 de los 11.136 abonados que dice tener el club este curso. El nuevo consejero delegado Maheta Molango quiere potenciar la Federació, aunque eso ya es otra historia.