La década de los 70 del siglo pasado pasa por ser una de las peores épocas en la historia del Mallorca. Con el equipo en el pozo de la Tercera División, con una junta gestora presidida por Guillermo Ginard y con las gradas del Lluís Sitjar semivacías, todas las noticias que giraban alrededor del club eran negativas. Pero ninguna como la que se produjo el 23 de febrero de 1977, justo cuatro años antes del intento de golpe de Estado de Antonio Tejero. Lo que ocurrió aquel día en el Mallorca no fue un golpe de Estado, pero estuvo muy cerca de acarrear consecuencias fatales para la supervivencia de la entidad.

Aquel fatídico día, y con la prohibición del club de fichar futbolistas profesionales por deudas pendientes con muchos jugadores -entre ellos Heredia, Tinín, Niz, Campos y Chicharro, entre otros- se produjo una bomba que tuvo resonancia a nivel nacional: un edicto de Magistratura de Trabajo anuncia la subasta de los derechos de traspaso de los jugadores del Mallorca, debido a la denuncia formulada por el angoleño Jorge Mendoza, que militó en el Mallorca en la temporada 69-70, con Ginard como presidente. Magistratura había dado la razón al jugador un año antes por una deuda del club de 450.000 pesetas de la época -algo menos de tres mil euros-. Al no hacerse efectiva esta deuda, Trabajo ejecutó la sentencia de embargo sobre la plantilla. Un terremoto sacudió el club.

El abogado del Mallorca, Manuel Barceló, se mostró contrario a que "las personas sean tratadas como objetos", una opinión respaldada por el presidente de la Federación Española de Fútbol, Pablo Porta, un personaje que iba a resultar clave en esta historia y en que tuviera un final feliz para el Mallorca. Cuando Porta llegó a Palma para intentar solucionar el problema, dijo: "Los futbolistas no son trabajadores por cuenta ajena, por lo que Mendoza debería haber denunciado sus deudas a la Federación, no a Magistratura de Trabajo". Gracias a su intervención, la subasta se suspendió tras el recurso presentado por la entidad mallorquinista.

Lo curioso del caso que a punto estuvo de llevar a la ruina más absoluta al Mallorca es que Jorge Mendoza, el fichaje estrella del club en la temporada 69-70 en Primera División, que llegó procedente del Barcelona, fue un fiasco absoluto. El angoleño se lesionó en un entrenamiento, cuando solo se habían disputado dos partidos de Liga, y ya no pudo ser utilizado en prácticamente toda la temporada. Aquel equipo, en el que figuraban hombres como Gost, Doro, Sans Victoriero, Parera, Costa, Domínguez y Cáceres, entre otros, descendió junto al Deportivo y Pontevedra en una temporada para olvidar. El ascenso conseguido la temporada anterior fue un visto y no visto. Y las consecuencias se prolongaron hasta seis años después con la denuncia de Mendoza. Una temporada, la 76-77, como a lo largo de la década, en que el Mallorca se vio inmerso en continuos problemas económicos. Casos como el de Alzamora, que se retiró del fútbol porque de las 220.000 pesetas que le debía el club, solo había cobrado 20.000. O el de Herrera, que no cobró la ficha. Pero ninguno como el de Mendoza.