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Análisis

Un desastre de principio a fin

A buen seguro que el todavía presidente Utz Claassen se está arrepintiendo del día en que le colaron, él sabra quién, la contratación de los tres brasileños que presentó en verano a bombo y platillo. Y debería también arrepentirse el todavía director deportivo, Miquel Àngel Nadal, de haber callado cuando el alemán le informó de que fichaban a estos futbolistas que, por supuesto, son los que menos culpa tienen. El germano y el manacorí son los responsables, uno por acción y el otro por omisión, de haber permitido este esperpento inexplicable. Carioca llegó gordo, no olviden que hablamos de un profesional, y en la plantilla llamaron la atención algunas actitudes que estaban muy lejos de ser de un jugador que se tomaba esto en serio. Los 70.000 euros que percibe por no hacer nada, ya que ni siquiera tenía ficha con el primer equipo, otra aspecto incomprensible y que hace preguntar para qué llegó a la isla, son lo de menos en esta triste historia.

A Claassen hay que reconocerle todos sus méritos para que el Mallorca tuviera un día a día relativamente tranquilo el pasado verano, aportando solvencia económica, pero su papel en este episodio le deja en mal lugar. No tiene la culpa de las vacaciones que se ha tomado este brasileño, pero sí de elevar unas expectativas con su fichaje que le han dejado retratado. Hace bien el club en despedir a Carioca, pero lo alucinante es que se le contratara.

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