Después de un duro descenso en la temporada 87/88, el Mallorca se vio obligado a desprenderse de algunos de sus mejores jugadores, como Orejuela y Luis García, vendidos al Atlético de Madrid por 225 millones de pesetas. Con el objetivo de dar la vuelta a la situación y volver lo antes posible a Primera, el presidente Miquel Contestí hizo un cambio radical en la plantilla del Mallorca e incorporó a quince jugadores. El inicio no fue nada malo, ya que el conjunto dirigido por el yugoslavo Ivan Brzic no conoció la derrota hasta la décima jornada. Sin embargo, el juego del equipo no era tan bueno como los resultados. Una bajada del rendimiento a partir de entonces, junto a unos problemas familiares del técnico, provocó que Brzic dejara de sentarse en el banquillo rojillo a tres partidos de finalizar la primera vuelta.

Serra Ferrer. Su posición la ocupó Llorenç Serra Ferrer y su llegada coincidió con el ascenso al primer equipo de Gabi Vidal, un jugador que luego se convirtió en clave para el ascenso. El periplo del pobler en ese curso dio comienzo con una victoria por la mínima ante el Alzira (0-1) y el Mallorca empezó a remontar puestos en la tabla con un juego más vistoso. Cuando mejor iban las cosas en el Lluís Sitjar, la portería parecía volverse gafada: el mítico Ezaki Badou, que ese año lograría hacerse con el Zamora, se lesionó en dos ocasiones y el conjunto bermellón llegó a jugar con cuatro porteros distintos en la temporada -Abadal, Molondro y Marcos-. El meta marroquí volvió a falta de tres partidos. El Mallorca, cuarto clasificado en Segunda División, debía enfrentarse por liguilla al decimosexto de Primera, el Espanyol. El destino quiso juntar a dos rivales que se vieron las caras 26 años antes, en la temporada 62/63, cuando la situación era exactamente la contraria: el equipo mallorquinista perdió su plaza en Primera División a costa del conjunto blanquiazul en el tercer partido de la promoción, de desempate, en el Santiago Bernabéu. En ese choque el Espanyol se impuso por 1-0.

Tensión. El 28 de junio de 1989 se disputó el partido de ida de la promoción en Sarrià. El primer asalto se lo llevó el equipo catalán, con una victoria por 1-0. La actuación arbitral, a cargo de Sánchez Arminio, despertó mucha polémica por un supuesto penalti no señalado sobre Álvaro a favor del equipo bermellón, así como por una falta inexistente que dio origen al único gol del partido, firmado por Golobart. Sin embargo, ni el Mallorca ni su afición perdieron la esperanza de conseguir el ascenso a Primera tras el buen juego desplegado en Sarrià. Cuatro días después se jugó el asalto final en un Lluís Sitjar que presentó un lleno absoluto. Serra Ferrer plantó un 3-4-3 para llevar a los rojillos a lo más alto: Ezaki; Parra, Vulic, García Cortés; Sala, Nadal, Pedraza, Rivas; Vidal (Bonet), Endika (Manolo) y Álvaro. Un cabezazo de Miquel Àngel Nadal, hoy director deportivo del club, a los trece minutos del arranque del partido empató la eliminatoria. Tuvieron más ocasiones los de Serra Ferrer para cerrar el ascenso, pero no materializaron ninguna y se llegó a la prórroga, donde Vidal puso el 2-0 definitivo. Dos jugadores de casa pusieron la brecha de oro a una temporada que volvió a colocar al Mallorca entre los grandes del fútbol nacional.