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Minuto 91

Una oportunidad para el Mallorca

El aterrizaje de Robert Sarver en el Mallorca, que tiene que hacerse efectivo en la jornada de hoy, debe contemplarse como una oportunidad para la centenaria entidad. Los 21 millones de euros con que contará el club -si es que todo el dinero recae en la sociedad, lo que está por ver- permitirán vivir de una forma desahogada, poniendo fin a las penurias en que se ha movido a lo largo de su historia. La cantidad es lo suficientemente importante como para que, a partir de ahora, se hagan las cosas bien y se utilice el dinero de manera responsable. Es urgente reestructurar todas las áreas del club. La cabeza visible parece clara, el propietario de los Phoenix Suns, cuya primera tarea será la de rodearse de profesionales competentes que lleven el día a día de la entidad.

Debe ponerse fin, de una vez por todas, al ordeno y mando con el que se ha dirigido la entidad en el último lustro, primero con Serra Ferrer y después con Claassen, "el mismo perro con distintos collares", como lo definió un alto ejecutivo de la entidad. De momento, todo son incógnitas que se irán despejando con el paso de las jornadas. Cuánto pagará Sarver, en qué condiciones se hace con el club, cuál será su papel, con quién desembarca, cuáles sus intenciones, de qué equipo se rodeará, por cuánto tiempo se piensa quedar, en qué situación quedará Claassen y un largo etcétera. Pero esto es fútbol. Y lo urgente prima. El equipo flirtea desde hace semanas con las plazas de descenso y se hace imprescindible acertar en el mercado de invierno para fichar jugadores capaces de marcar la diferencia, sobre todo en la delantera. La pérdida de la categoría -ahora solo cabe pensar en la salvación- supondría un golpe mortal para la entidad, con Sarver o sin él. Por eso es necesario que, quien sea, se ponga manos a la obra para lograr la supervivencia deportiva del equipo, que es la del club.

A falta de conocer sus intenciones, Sarver supone una oportunidad, aunque no exenta de riesgos. Porque, aparte de ser propietario de los Phoenix Suns de la NBA, se desconoce todo del que a partir de hoy será el máximo accionista del Mallorca. Está claro que su desembarco no es por amor a los colores. Posiblemente hasta hace pocas semanas ni siquiera debía saber situar Mallorca en el mapa. Hasta dicen que no le gusta el fútbol. Entonces, ¿por qué? No queda otra que asumir lo que depare el futuro, para bien o para mal.

Quien no ha quedado en muy buen lugar es Claassen. Justo un año después de hacerse con la mayoría accionarial, en un proyecto que definió "a largo plazo", abandona el barco cansado de la gestión del día a día del club, o eso pregona. Es ahora cuando llega la hora de las preguntas. ¿Por qué ejerció una oposición al Consejo tan beligerante? ¿Lo tenía todo preparado para lo que finalmente ha llegado? ¿Tiene motivos el mallorquinismo de sentirse engañado? ¿Va a sacar tajada económicamente de una operación multimillonaria? Muchos interrogantes que posiblemente no obtengan respuesta.

Claassen el breve. La única verdad es que el paso del alemán por el Mallorca habrá sido sin pena ni gloria. De pocas cosas puede presumir. Quizá de la única, de haber traído la paz a un club que, con su complicidad, había atravesado una etapa volcánica. Con casi todo a favor no ha sabido construir un proyecto ilusionante en el año del centenario. La parcela deportiva ha seguido siendo un fiasco, de ahí la agónica situación del equipo. Aunque siga en el club, ya es historia. El Mallorca pasará de hablar alemán al inglés de la mano de un multimillonario. Robert Sarver se llama.

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