En el Real Mallorca que sufrió continuos terremotos institucionales entre 2008 y 2014 no podía faltar la figura de un delincuente. La irrupción de Javier Martí Asensio en la órbita bermellona supuso un punto de inflexión dentro de aquel ciclo caótico y convulso en el que la entidad abochornó frecuentemente a sus aficionados y estuvo varias veces al borde del colapso. La etapa del madrileño como consejero delegado del Mallorca fue breve. Mucho más largo fue un periplo judicial que acabó en una condena a prisión y una posterior petición de indulto que acabó siendo denegada.

Aquel treintañero simpático y con pinta de vividor aterrizó en el conjunto bermellón en agosto de 2009 y su etapa al frente de la institución se prolongó hasta noviembre de aquel año, tiempo suficiente para realizar unos cuantos fichajes y poner de los nervios a una plantilla y un cuerpo técnico que ya se habían percatado de la nula capacidad económica del madrileño para mantener al club a flote. "Martí Asensio quería vivir del Mallorca", espetó Manzano cuando el consejero delegado hubo abandonado la entidad y Alemany volvió a coger las riendas.

A pocos días de que empezara la temporada el técnico había abroncado públicamente al madrileño a cuenta del fichaje de Bruno China. Sin embargo, cabe darle algún mérito en la confección de un Real Mallorca que terminó quinto después de una temporada en la que brillaron Mario Suárez, Borja Valero, Aritz Aduriz y José Manuel Jurado, entre otros. En todo caso no hubo premio porque la UEFA acabó vetando al Mallorca de la Liga Europa.

Por entonces ya había empezado el calvario judicial del joven Martí Asensio, que se enfrentó a una petición de tres años de cárcel por delitos de apropiación indebida, falsedad documental y administración fraudulenta del patrimonio societario. En 2014 fue condenado a dos años de prisión y su petición de indulto cayó en saco roto, por lo que el empresario puede entrar en la cárcel en cualquier momento.

Aquella pésima experiencia obligó a Mateu Alemany a extremar las precauciones de cara a una futura venta de la entidad. Un año antes Paul Davidson había ridiculizado al club. Y Carlos González salió huyendo de la notaría después de pasarse semanas proclamando a los cuatro vientos su intención de comprar el Mallorca.

La fracasada experiencia de Martí Asensio también obligó al Real Mallorca a declarar el concurso voluntario de acreedores. El empresario madrileño era la última bala para evitar acogerse a una medida extrema y arriesgada, pero falló. Fueron meses muy intensos en los despachos y en el juzgado de lo Mercantil mientras el vestuario se blindaba y Gregorio Manzano terminaba su segunda etapa en el banquillo bermellón. Al final Alemany traspasó sus acciones a Llorenç Serra Ferrer y su grupo de confianza en el que figuraba, entre otros, Biel Cerdà. Pero esa es otra historia.