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La crónica

El Girona da la puntilla a otro año para olvidar

El Mallorca se deja empatar en el minuto 90 en el único remate a puerta del equipo catalán - El conjunto rojillo mereció más pero le entró pánico en el tramo final y se vio incapaz de defender el gol de Aveldaño a la media hora - Incierto futuro de Gálvez, que no logra evitar las plazas de descenso

El Mallorca-Girona acabó de la peor manera, como el año que concluye. Encajando el gol del empate en el minuto 90 en el único remate a puerta del conjunto catalán. Resultado del todo inmerecido porque los de Gálvez hicieron más méritos para llevarse los tres puntos. De esta manera, el equipo acabará 2015 en plazas de descenso y con un futuro más que preocupante. Urge fichar porque está demostrado que con estos mimbres se puede aspirar a muy poca cosa. Claassen y Nadal deberían hacer un serio ejercicio de autocrítica y preguntarse cómo se han podido hacer tan mal las cosas.

Una victoria, un empate y una derrota. Este es el balance de Gálvez en los tres partidos que le dio de margen el presidente. ¿Será suficiente? Con Claassen, ayer ausente, por en medio, la respuesta solo la sabe él. Está claro que, si no a nivel de resultados, el equipo ha mejorado algo. En intensidad e ir en busca del partido desde el primer minuto, especulando poco. Pero no basta. Falta calidad, y a montones. Por eso no ganó ayer el Mallorca, porque con algo más en el campo, el partido era para haberlo ganado con comodidad.

Al igual que el día del Lugo, en el único remate a puerta del Girona llegó el gol del empate. A los hombres de Gálvez les entró pánico en los últimos minutos. El Girona se había hecho dueño del balón tras el descanso y llegaba con más asiduidad al área de Timon, aunque sin peligro. Los locales defendían con la lengua fuera, hasta que un balón llegó al central Olivas para lograr el empate. Un mazazo en toda regla que deja al equipo más tocado de lo que está.

El partido se dejó de ganar por la ausencia de un hombre de área. Un tipo que marque las diferencias. Como hacía Xisco Jiménez, ayer en el palco, la temporada pasada. Debió pensar el punta mallorquín de la que se ha librado siguiendo en el Córdoba, luchando por el ascenso. Xisco vio a su sustituto, Bianchi, una nulidad. La afición, que no es tonta y tiene más paciencia que el santo Job, no aguantó más y pitó por primera vez al italiano. Nunca está cuando más se le espera. En los centros desde las bandas, en los saques de esquina, en las jugadas de peligro en el área. Siempre llega tarde y mal. A veinte minutos del final le llegó un balón en condiciones y se lo quitó de encima con un tirito que llegó manso a las manos de Becerra, portero del Girona. El gesto de Gálvez fue esclarecedor. Le cambió por Fofo seis minutos después. Si llega un delantero con un mínimo de calidad, Bianchi puede volver a tardar en jugar.

Como que tampoco fue el día de Brandon, lejos de su mejor versión, el gol lo marcó un defensa, Aveldaño, al rematar un gran centro de Damià a la media hora. Con el paso de los minutos parecía que esta mínima ventaja iba a ser suficiente porque el rival controlaba pero apenas llegaba.

En la segunda parte, James entró por Moutinho al cuarto de hora. El guineano puso algún buen centro que no encontró rematador. Y justo antes del gol visitante pudo haber establecido el 2-0 en una acción en la que pecó de egoísta porque Fofo estaba preparado para rematar. Después llegó el mazazo, un castigo demasiado grande para un Mallorca que, sin alardes, fue mejor que su rival.

Algo tendrá que hacer Claassen. Con la entrada de nuevos inversores por la ampliación de capital, habrá líquido para fichar en el mercado de invierno. Faltan delanteros para paliar la sequía, y algo más. El centro del campo tampoco anda sobrado, pese a que Damià ha dado otro aire al equipo. Pelotero como es, hace cosas diferentes con el balón. Parece mentira que Ferrer no se diera cuenta de sus cualidades y optara por un jugador de corte defensivo como Sissoko, suplente con Gálvez.

Diecinueve puntos en dieciocho jornadas es un dato más que elocuente. No se está abajo por casualidad, sino porque este equipo no da para más. Impera la mediocridad por encima de cualquier virtud, y así le luce el pelo al equipo. El único que ha sido sincero en este disparate de temporada ha sido Oriol. "Si no fichamos lo vamos a pasar mal". Pues eso. Si no se le hace caso, costará un mundo salir del pozo.

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