Segundo partido de la era Gálvez y primera derrota, tras un minuto de despiste letal. Lo peor es que la combinación de resultados devuelve al Mallorca a la zona de descenso a Segunda B, de la que se había salido tras la brillante victoria ante el Albacete. Se vuelve a dar vida a los fantasmas entre una afición que pensaba que se empezaba a ver la luz y que estábamos ante el inicio de una recuperación.
Confianza absoluta es la frase que define lo que piensa Utz Claassen sobre el futuro del técnico calvianer tras la derrota del sábado, aunque todos recordamos que el club dijo que se enfrentaba a un periodo de prueba de tres partidos. No sabemos si con ello el propietario del Mallorca quiere evitar que cunda el nerviosismo en una plantilla todavía alterada por el reciente cambio de entrenador, o si ello responde a una convicción en las capacidades del técnico interino. Seguramente son declaraciones hechas de cara a la galería, pues en fútbol más que en cualquier otro cuestión de la vida lo que mandan son los resultados. Al máximo accionista le sería difícil justificar el mantenimiento del técnico si hay una debacle ante el Girona, y los catalanes no son precisamente un visitante fácil ya que han logrado más puntos lejos de Montilivi que en su feudo.
Más presión, igual estrategia y falta de gol
Sería injusto decir que el Mallorca de Gálvez es peor que el de Ferrer. Se ha mejorado en la presión que se hace sobre el contrario -ayer la primera mitad fue un ejemplo de ello- y con jugadores de otro perfil como Damià que aportan algo más que la simple lucha de Yuste o Sissoko, pero sigue habiendo muchas asignaturas pendientes. Las jugadas de estrategia no aportan nada. Ni las faltas, ni los corners que saca el Mallorca crean sensación de peligro en el rival. La pizarra no sirve para nada y en el fútbol moderno eso es un pecado que se paga muy caro. Es la manera más fácil que tienen muchos equipos de llegar al gol y lo malo es que el Mallorca tiene pocas formas de conseguirlo. Por si ello fuera poco, las ausencias de Brandon dejan a Bianchi como una isla en la avanzadilla del equipo y el italiano lo único que acaba aportando es pelea, y tarjetas. Sigue habiendo un problema en la delantera y habrá que confiar en que la recuperación de Acuña lo solucione.
Fichajes pero buenos
Revertir la actual situación no es nada fácil, pero la apertura del mercado de enero puede ser un salvavidas para el técnico que esté al frente del equipo, aunque para ello también hay que mejorar mucho la elección de las incorporaciones. Se acrecientan cada vez más las dudas sobre la idoneidad de algunos de los fichajes de este verano y ello apunta hacia la labor de Miquel Angel Nadal, que debería tener a estas alturas cerradas más de un traspaso o cesión. Los hay que también se plantean la disyuntiva de si en lugar de hacer solo fichajes no sería mejor que el responsable de los hechos bajara él mismo al banquillo para sacar todo el potencial que cree que tiene la plantilla que diseñó. Pero esa es otra historia que no se ha planteado y lo más importante ahora mismo es ganar al Girona, para no quedarse sin opciones de nada antes de que acabe la primera vuelta de la Liga.
El efecto Ziege se interrumpe
No ha sido sólo Gálvez quien ha fallado a la segunda. El nuevo técnico del Baleares debutó con una victoria y perdió en su segundo partido, y eso que el Sabadell, por muy histórico que fuera anda en horas bajas. También se precisa en su caso confianza. La nota positiva la dio el Llosetense de Nico López que ganó su primer partido en casa, pero en su caso la salvación sería un milagro.
