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Tribuna

Por favor, háganle un contrato a Pepe

¿Todo lo que se vio en Tenerife es Pepe Gálvez? ¿Todo lo que ocurrió, lo bueno y lo malo, en aquella lejana isla es Pepe Gálvez? ¿Es este el mejor Mallorca de los últimos 20 años? ¿Así se puede aspirar a subir a Primera? ¿Hemos encontrado el entrenador que buscábamos? ¿Lo hemos encontrado de casualidad? ¿Debemos darle el mando sin esperar a los tres partidos de gracia, y ya han pasado dos? Las preguntas siempre son un juego. Son las preguntas las que están repletas de trampas, forradas de picardía, rebozadas de mala leche. Pero no es esta mi intención, ni hablar. Lo único que quiero expresar, sin bromas, es que hay algo en este Mallorca que empieza a parecerse a un equipo. Y, sobre todo, hay un discurso por parte del técnico júnior, en prácticas, que denota su honradez.

Pepe Gálvez, ¿a que sí?, no lanza balones fuera, no dice siempre lo mismo (excusas y "los he visto bien") como nos sermoneaba el bueno del ´Chapi´ Ferrer. Gálvez acabó el partido de Tenerife (2-1) mosqueado, cabreado y reconociendo que no se podía perder un partido así, no podían dejar escapar los tres puntos de esa manera y, sobre todo, "tenemos que mejorar, no quiero excusas".

Eso es mucho. Eso es todo. Ese es el primer paso para ser mejores. Para intentarlo. Cierto, puede que todo lo demás no ayude. Es decir, el ambiente que rodea al club, la escasa implicación de la hinchada, el desencanto de los seguidores, una plantilla que dicen es y no tiene pinta de ser€ Casi nada, un delantero que no mete miedo ni a mi nieta y, sobre todo, trabajo de base, creérselo, dejar de ser un equipo vulgar para tratar de ser, insisto, indicios, cositas, que se adivinaron en Tenerife. Un conjunto que quiere la pelota, que quiere mandar, que lo va a intentar, que se dejará la piel en el campo hasta más allá del minuto 90.

No creo, no. Ni siquiera creo en mí. Menos en los míos. Mi único dios, ´muerto´ Valentino Rossi, ha pasado a ser, ya sí, Marc Márquez. Pero (y no lo conozco, no sé de él), tengo fe en este Pepe Gálvez vestido para ganar, perdón, para intentarlo. Llegó ahí sin mendigar el cargo. Ni siquiera le importa ponerse a prueba. Y, sí, perdimos, perdimos claramente, pero estuvimos ahí, dimos la sensación de ser, de intentarlo, de querer ser. No tenemos grandes jugadores, tal vez, ni siquiera un racimo de buenos jugadores. Pero este entrenador no quiere excusas y eso, para mí, ya es mucho. Lo es todo. Yo le levantaría la sanción a Gálvez y le firmaría un contrato decente, al menos, hasta final de temporada.

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