El fútbol tiene más similitudes de las que parece con el boxeo y algunas diferencias. En el caso del deporte de los guantes se puede ganar a los puntos tras un largo combate, aunque no se envíe a la lona al rival. Basta haber acumulado mejores golpes una vez acaban los asaltos previstos. En el fútbol, en cambio, el dominio, el buen juego, el control del partido, son seguramente el pasaporte a una victoria, como la que parecía que iba a lograr ayer en este Mallorca, pero todo ello no vale si no viene acompañado por la suerte suprema, el gol. El equipo de Gálvez se puso por delante en el marcador, ahogó al Tenerife de Martí en la primera mitad, pero cayó víctima de dos zarpazos en uno de los minutos más letales que se recuerdan, con dos golazos de Cristo y Omar. Todo ello no empaña una mejora en la imagen del Mallorca de la era Gálvez pero, al igual que ocurría con Ferrer, las buenas sensaciones no bastan. Sigue faltando crear más ocasiones de gol. Hay que aprobar esta asignatura pendiente.
