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La crónica

El Mallorca se suicida en un minuto

Los rojillos tiran por la borda su buena actuación ante el Tenerife en poco más de 60 segundos en un encuentro en el que empezaron ganando y en el que pagaron su falta de ambición - Los canarios solo fueron mejores cuando Gálvez, que sufre su primera derrota, retiró a Damià Sabater

El Mallorca destruyó todo su trabajo en un minuto. Se dejó remontar en poco más de sesenta segundos un partido que jamás debió perder. Un mazazo difícil de creer por lo expuesto por el conjunto de Gálvez, que sufre su primera derrota como entrenador bermellón. El equipo jugó bien la primera parte, incluso fantástico a ratos, con el fenomenal tanto de Moutinho, pero no supo liquidar a un Tenerife al que le bastaron dos chispazos para llevarse los tres puntos.

Los chicharreros solo fueron mejores cuando el entrenador calvianer retiró a Damià porque el Mallorca perdió el equilibrio que estaba mostrando. Faltó ambición justo cuando mejor estaban y puntería cuando el marcador dictaba el cruel resultado. Esta derrota es de las que hace daño y quizá deja entre las cuerdas a Gálvez, que contra el Girona dispondrá de su tercer y último partido para ganar credibilidad ante el propietario Utz Claassen.

Es difícil empezar mejor un encuentro. Por mucha pizarra que hubieran preparado los técnicos, el contraataque de Javi Ros condicionó el duelo. El navarro, que volvía al once titular, le cedió la pelota a Oriol, que sirvió un centro con calidad para que Moutinho, llegando desde atrás, fusilara a Dani Hernández. No habían pasado ni dos minutos, pero el Mallorca ya había encontrado el premio. Lo mejor es que se lo ganó por adelantado, porque demostró merecérselo en el resto del primer acto.

Uno de los sellos del preparador isleño es la enorme presión a la salida del balón del rival y el descaro cuando lo posee. Si hace una semana el Albacete la sufrió, al Tenerife le pasó lo mismo.No es que eso se tradujera en claras ocasiones, pero sí alimentaban las ilusiones de los visitantes. Los canarios, algo aturdidos, respondieron como pudieron. Lozano se escurrió justo cuando encaraba la meta de Timon en una acción que podría haber sido muy peligrosa, aunque estuvo más cerca del gol con un remate de Carlos Ruiz que se estrelló en Oriol, cuando el guardameta alemán ya estaba descolocado.

No obstante, más allá de estas acciones puntuales, el Mallorca fue superior en todos los niveles bajo la batuta de un soberbio Damià Sabater, que ha llegado para quedarse. El canterano juega y hace jugar y, escudado por Yuste, le da la razón al preparador alineándole. Precisamente el chaval probó fortuna con un tiro que se fue alto. Bianchi también lo intentó, al igual que Moutinho, pero sin suerte. El pecado de los bermellones, aunque quizá en ese momento no eran conscientes, fue que se mostraron incapaces de sentenciar. Faltó morder mucho más. Y eso se acaba pagando la mayoría de las veces.

La dinámica parecía similar en la segunda parte, aunque la salida de Damià por Sissoko se tradujo en menos posesión del balón. Y poco después llegó el desastre. En poco más de un minuto el Mallorca tiró por la borda el buen trabajo que había realizado. Cristo González se sacó de la manga un derechazo que, aunque tocó Timon con los dedos, se coló irremediablemente por la escuadra. Y cuando el encargado de la megafonía del Heliodoro Rodríguez todavía no había terminado de celebrar el golazo, llegó el segundo de forma incomprensible. La empanada de los bermellones fue de campeonato y Omar, el más listo de la clase, se aprovechó de un rebote para batir a Timon. Ese gol fue un jarro de agua fría, tan inmerecido como real.

Gálvez movió ficha con la entrada de James y Acuña, que fabricaron una jugada que podría haber aliviado el disgusto, pero el tiro del paraguayo, que volvía tres meses después, pegó en un defensa. El Mallorca no se vino abajo, pero ya atacaba con más corazón que cabeza. Otra vez Acuña, Yuste y hasta Bianchi, de falta, lo intentaron a la desesperada. El Tenerife, que también disfrutó de alguna ocasión, se frotaba las manos ante su gesta. Los rojillos se han quedado con cara de tontos demasiadas veces este curso. Esto ya cansa.

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