Todas las miradas estarán puestas esta tarde en el nuevo entrenador Pepe Gálvez y en lo que sea capaz de hacer su Mallorca. Es el momento de que las palabras, que tan bien suenan siempre en boca de los entrenadores en vísperas de su estreno, se hagan realidad. Fútbol ofensivo, ser protagonistas con el balón, equilibrio... Todo esto suena muy bien, pero ha llegado el día y la hora de que se ponga en práctica. Tal vez hoy, o como mucho antes de la interrupción navideña, se verá si el problema era Chapi Ferrer o son los jugadores.
Por mucho que Gálvez cantara el viernes las excelencias del rival que hoy visita Son Moix, no hay que engañarse. El Albacete es uno de los cinco equipos, entre ellos el Mallorca, que todavía no sabe lo que es ganar lejos de su estadio. Jugará muy bien, será el dueño del balón y todas esas milongas, pero no hay excusas. Si el Mallorca no logra hoy los tres puntos habrá que dar la razón a Oriol y convencerse, si es que aún no se está, que el equipo no da más que para luchar por la permanencia. Los tres próximos partidos son tres finales para Gálvez y de la misma manera se los deberían tomar los jugadores.
El nuevo técnico ha enviado un mensaje de cuáles son sus intenciones: jugando en casa prescinde de un defensa, Company, y recupera a un punta como Fofo, señalado por Claassen y Ferrer desde el minuto uno y que lleva prácticamente toda la temporada en la nevera. Sin olvidar la defensa, Gálvez debe salir con toda la artillería porque el momento y el rival lo permite. Es la hora de los Bianchi, Brandon, Pereira y compañía. Pero sobre todo, es el momento de Gálvez.
