Dicen que el fútbol a veces es injusto. El 15 de mayo de 2015, el fútbol fue cruel con el Mallorca. Aún está grabada en la retina de muchos aficionados mallorquinistas la imagen de la plantilla en el césped de Son Moix mirando el videomarcador, esperando a que finalizara el Almería-Sevilla. A falta de unos segundos, que se hicieron eternos, en Almería el resultado era de empate a dos. Los bermellones necesitaban que no marcara el conjunto hispalense para que el equipo rojillo pudiera disputar la Liga de Campeones la siguiente temporada. Y el gol llegó. Rodri, un canterano que solo sumó once minutos en toda la temporada, hizo el 2-3 y llevó al Sevilla a la Champions. El esfuerzo de 38 jornadas se evaporó en cuestión de segundos y los más de 14.000 aficionados que vistieron esa noche la grada de Son Moix enmudecieron. Nadie podía creerlo: Los jugadores se llevaron las manos a la cabeza y Nunes se derrumbó sobre el césped, al lado de una botella de champán que nunca se llegó a abrir. La afición, momentos después, arrancó en aplausos porque, a pesar del cruel final, el Mallorca acabó con 62 puntos en el quinto puesto, que le daba acceso a una Liga Europa que no jugó, sancionado por la UEFA.

El equipo tuvo la sensación de un niño al que le dan una piruleta y justo después se la quitan, porque lo cierto es que el Mallorca no dependía de sí mismo. El conjunto rojillo completaba una fantástica temporada y llegó a pasar nueve jornadas consecutivas en puestos de Liga de Campeones, hasta que, en la antepenúltima jornada, el Real Madrid venció 1-4 en Son Moix y el Sevilla aprovechó para tomar su plaza. Sin embargo, una semana después, en la jornada 37, el Sevilla recibía al Barcelona y el Mallorca visitaba al Deportivo de La Coruña. El equipo hispalense perdió 2-3 pero el conjunto bermellón cayó en Riazor (1-0) y llegó a la última jornada un punto por debajo del equipo andaluz.

Nada hacía presagiar lo que se iba a vivir aquella noche en Son Moix. El Mallorca necesitaba ganar al Espanyol y esperar a que el Sevilla no lo hiciera al Almería que no tenía nada en juego. Gregorio Manzano alineó en su último partido como técnico rojillo a Aouate, Varela, Ramis, Nunes, Mattioni, Ayoze, Chori Castro, Borja Valero, Martí, Víctor Casadesús y Aduriz. Paradójicamente, la emoción no estuvo sobre el césped, sino en la información que llegaba desde Almería a través de la radio y del boca a boca en la grada. Kanouté puso por delante al Sevilla en el primer cuarto de hora, mientras que el Mallorca hacía sus deberes con un tanto de Víctor en el 23. Un minuto antes del descanso llegó el empate del Almería, celebrado como un gol propio en Son Moix, aunque en el 52 un tanto en propia puerta de Chico volvió a dar la ventaja al conjunto hispalense. La locura llegó en el minuto 78, cuando prácticamente al mismo tiempo Mario Suárez ponía el 2-0 en Palma y Juanma Ortiz igualaba el encuentro en Almería. Ambas celebraciones se confundieron y en los 12 minutos que el Mallorca fue de Champions la grada contuvo el éxtasis. En el 94, Rodri hizo el 2-3 y se encargó de romper el sueño mallorquinista.