Juan Carlos Forneris, popularmente conocido como Joancho, ha pasado a la historia por haberlo sido prácticamente todo en el Mallorca: desde jugador a entrenador, utillero y técnico de las categorías inferiores, desde benjamín al primer equipo. Pero, sobre todo, por ser uno de los personajes más queridos en la historia de la entidad por su bonhomía y su entrega continua sin esperar nada a cambio.

Argentino de nacimiento, llegó al Mallorca en 1966 procedente del Elche. Empezaba una historia en rojo que prácticamente no se interrumpiría hasta la fecha de su muerte, el 8 de octubre de 1993, a los 64 años. Presumía Forneris, y con razón, de haber sido partícipe de cuatro ascensos del club. El primero, "el de mejor recuerdo", afirmaba, fue en la temporada 68-69 formando tándem con Sergio Rodríguez; el segundo, en la 82-83 con Lucien Müller; y los dos últimos con su amigo Serra Ferrer en la 85-86, en Las Gaunas, y en la 88-89, en la promoción contra el Espanyol. Tras su primer ascenso, puso su cargo a disposición de la directiva. El club fichó a Barinaga y tuvo tiempo de despedirse con una victoria. Pero no una cualquiera. El Mallorca ganó 3-2 al Barcelona de los Sadurní, Gallego, Torres, Marcial y compañía.

El fútbol no tenía secretos para Forneris por su faceta de entrenador y, antes, de jugador. Tenía fama de defensa duro. De su etapa en el Granada surge una de sus anécdotas más recordadas, publicada en este diario por el periodista Alejandro Vidal. Formando pareja con Pellejero, se convirtieron en el terror de los delanteros rivales. Cuando los contrarios se acercaban al área, Forneris gritaba: "Pellejero, ¡matálo!, que yo lo remato".

En la temporada 81-82 sustituyó de forma provisional -como ahora Gálvez- al destituido Antonio Oviedo, antes de la llegada del alsaciano Lucien Müller. El mismo periodista cuenta que en una charla previa al partido ante el Celta le dijo a Damià Amer, hoy delegado del primer equipo, que "al 7 hay que marcarle duro, no le perdone usted ni una". El pobler se tomó la orden al pie de la letra y, a los pocos minutos, fue expulsado por una dura entrada. El equipo perdió 4-0. El equipo acabó sexto, muy lejos de las plazas de ascenso.

Otra deliciosa anécdota que refleja la personalidad de este personaje entrañable es la que protagonizó como segundo de Serra Ferrer. Este, aprovechando que el Mallorca jugaba en Madrid, envió a Forneris a seguir a un jugador del Leganés que el presidente de la época Miquel Contestí quería fichar, y que le hiciera un informe para presentarlo. En el vuelo de regreso a Palma, Serra le pidió su opinión sobre el jugador. "No sirve", dijo Forneris. "¿Por qué?", preguntó Serra. "Porque no sirve", obtuvo por respuesta. "Pero dime algo para que pueda informar por escrito al presidente y desistir de su fichaje", insistió el primer entrenador. "¿Y para qué vamos a escribir si de todas maneras no sirve?", fue la respuesta de Forneris, genio y figura y un pedazo grande de la mejor historia del Mallorca.