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Relevo en el banquillo bermellón

Ferrer, del ´I tu, puges´ a la calle

El entrenador catalán abandona el Mallorca cinco meses después de su llegada víctima de los malos resultados y de su endeble propuesta ofensiva

Albert Ferrer, durante un entrenamiento reciente en Son Bibiloni.

­Los malos resultados son los que han echado a Albert Ferrer del Mallorca. Con nueve jornadas en puestos de descenso de las quince disputadas, para el propietario Utz Claassen era difícil justificar su continuidad al frente del equipo si el objetivo es el ascenso a Primera División.

Los rojillos solo han sido capaces de ganar tres partidos, han empatado seis y han perdido seis, un balance desolador y que explica este desastroso inicio. Defender estos números, justo cuando la presión es máxima en la temporada del Centenario, se antojaba imposible con una de las plantillas más costosas de la Liga Adelante.

La confianza en Chapi era absoluta. Avalado por su ascenso a la elite con el Córdoba, llegó en junio de la mano del director deportivo, Miquel Àngel Nadal. De hecho, el club no dudó ni un instante en apostar por el exfutbolista del mítico ´Dream Team´ del Barcelona de Johan Cruyff como imagen de la campaña de abonados. "I tu, puges?", era el lema en el que se observaba al preparador en un ascensor junto a un aficionado. Pero aquella ilusión que partía de la planta noble de la entidad se ha ido apagando a medida que han ido pasando las jornadas.

El técnico catalán ha acabado pagando la alarmante falta de pegada de su equipo, que le ha llevado a acumular decepciones en estos poco más de tres meses de competición. Y eso que el Mallorca dejó detalles de mejoría tras un arranque para deprimirse, aunque fue un absoluto espejismo. Pero mejor ir por partes porque Ferrer ya sabía lo que era tener la soga al cuello poco después de empezar el campeonato. En la sexta jornada tocaron fondo. Cayeron en un esperpéntico encuentro ante el Huesca en Son Moix (0-1). Era la cuarta derrota -Alcorcón, Bilbao Athletic y Nàstic de Tarragona eran las anteriores- y la afición abroncó a los suyos porque la imagen fue bochornosa y el Mallorca se quedaba como merecido colista, con un solo triunfo -Ponferradina- y un empate -Numancia-. Ferrer ya estaba más que discutido, pero empezó a respirar a partir de la visita a Oviedo del 4 de octubre. Arrancó un punto del Carlos Tartiere ofreciendo una esperanzadora cara que, además, tuvo continuidad (0-0). Apostó por un trivote, con Yuste, Sissoko y Javi Ros, y el resultado fue que el equipo se mostró más sólido en defensa y con algo más de llegada en ataque.

Empezó una racha que le llevó a estar seis encuentros sin perder, aunque el problema es que con apenas dos victorias -Llagostera y Almería-. Salió de los puestos de descenso, cierto, pero se mantuvo en la parte baja y con una mejoría a cámara lenta. La solvencia defensiva no llegó a tapar las carencias ofensivas, que se evidenciaron en Pamplona, justo la derrota que rompió esta dinámica sin perder (2-1). El empate en casa frente al Lugo, a pesar de las numerosas ocasiones disponibles (1-1) y el tropiezo del pasado sábado en Mendizorroza ante el Alavés, ha sido la gota que ha colmado el vaso (1-0). Los escasos nueve goles a favor son un reflejo claro de que algo falla. Y el preparador no ha dado con la tecla para solucionarlo. Quizá la culpa no es toda de Ferrer, pero en el fútbol la cuerda siempre se rompe por el mismo sitio. Eso lo sabe también de sobra el ya exentrenador del Real Mallorca.

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