Empieza a ser hora de dejarse de paños calientes y analizar con seriedad lo que le ocurre a este Real Mallorca del centenario que, pasadas quince jornadas de Liga, en lugar de estar mirando hacia la Primera División lo está haciendo hacia el abismo del descenso. Dicen que no hay peor ciego que el que no quiere ver y esta aseveración es aplicable tanto al cuerpo técnico, a la directiva, como a los jugadores del Mallorca que siguen escudándose en las "buenas sensaciones" que transmite el juego rojillo para no asumir que el rumbo que llevan nos conduce al desastre más absoluto si no se tercia un golpe de timón.
Un arreglo a medias. La política de fichajes de la temporada solo ha solucionado un problema que era endémico de este club en la categoría de plata: la sangría de goles. Los refuerzos proporcionados por Nadal han acabado con la debilidad de la defensa y gracias a Oriol, Aveldaño, Costas y bien Campabadal o Company se ha construido una línea trasera más o menos difícil de batir. En la portería, una de cal y otra de arena, como corresponde a la juventud de su más asiduo titular, el alemán Timon. Dijo un técnico en una ocasión que él prefería tener a un guardameta que siempre atajara lo parable a uno que hiciera paradas imposibles pero que fallara cuando no se tiene que hacer. El germano se parece más a esta segunda categoría.
El problema de esta nueva singladura en la categoría de plata lo tenemos en lo que llamamos la línea de creación y en consecuencia en el aspecto más decisivo en los partidos, la consecución del gol. Por más que Ferrer cambie a los protagonistas no se da con la tecla que acabe con este mal. Tampoco la pizarra existe. El técnico catalán dice que algún día se solucionará, pero las jornadas van pasando y la zona de promoción, y no hablemos de la de ascenso directo, están cada día más lejanas para los mallorquinistas.
15 fichajes para qué. Si analizamos a priori las incorporaciones hechas vemos que tampoco han faltado delanteros de supuesto prestigio para tener mucho más gol del que muestra este equipo. Acuña, Bianchi y Coro no son recién llegados y deberían estar ofreciendo mucho más, momento en el que uno se plantea si fallan otras cosas, si se trata de un problema de concepción de juego, y ahí las miradas se dirigen al banquillo. Resulta además paradójico que tras tanta incorporación, los llamados jugadores revulsivos en ataque hayan sido hasta ahora dos canteranos: Brandon, de quien se suponía que no tendría un papel tan relevante como el que ha jugado, - hace que se le añore ahora que está lesionado-, o la nueva perla James, un guineano que le ha puesto al menos algo de chispa al ataque.
Ampliación con incógnitas. En estas circunstancias llega esta semana la ampliación de capital pregonada por Claassen, que debería dotar de músculo financiero al club para variar el rumbo, bien en forma de fichajes de invierno o bien de cambio de técnico. Veremos cuáles son las intenciones de Utz Claassen, siempre pensando que el alemán va a seguir siendo el máximo accionista tras la anunciada inyección financiera que se vislumbra y que no aparezca un nuevo máximo accionista con otras ideas. Lo que es seguro es que ese buen fútbol del que alardean el técnico y los jugadores solo nos lleva a Segunda B.
Un cambio que sale bien. La destitución de Siviero en el Atlético Baleares es más que discutible pues el trabajo del argentino en la Vía de Cintura era más que meritorio, pero ya se sabe que en el fútbol hay propietarios con poca paciencia. La jugada le salió bien de momento a Volckmann pues el equipo ganó ayer en Barcelona. Ahora se anuncia un técnico con nombre como futbolista, Ziege, ex del Bayern, aunque ello no garantiza nada en una competida Segunda B española.
