Llegaba Claassen hace poco más de un año, estando en el banquillo del Mallorca Miquel Soler, que mal íbamos si él había de bajar al vestuario para motivar a los jugadores, que entonces no necesitaba entrenador. Dijo que esa labor le correspondía únicamente al técnico. Esta semana -habremos de creer que inducido por el Chapi Ferrer- ha vuelto a reunirse con los jugadores para darles ánimo y fuerzas ante una temporada que en nada se parece a lo que el mallorquinismo esperaba. Lo de luchar por el ascenso ya no es un objetivo irrenunciable, sino más bien ha pasado a entrar dentro de los deseos y las posibilidades, estas más bien pocas vista la clasificación.
Efecto Claassen. Puestos a ser positivos pensaremos que la arenga del alemán tendrá sus efectos y hará espabilar, bien a la plantilla o bien al técnico, quien necesita hoy no salir derrotado de Mendizorroza para mantener algo del crédito que todavía le conceden en Son Moix. Ganar en campo contrario es la asignatura pendiente del equipo de Ferrer; no lo ha logrado en los siete partidos jugados lejos de Palma. Enfrente tendrá un equipo diseñado por Bordalás a su imagen y semejanza, duro y correoso, jugando al límite, lo que le ha llevado a ser el conjunto más sancionado de Segunda División, algo que provoca que hoy pierda a uno de sus puntales en la delantera, Toquero, revivido tras su paso frustrado por el Athletic. Es la hora de pensar en algo más que en no perder, apostar por la ambición, aunque Ferrer ya apuntó que no se volverán locos. Otra derrota complicaría la vida también a Claassen, que encara la semana con una ampliación de capital pendiente.
