En tiempos de crisis, Utz Claassen baja al vestuario del Mallorca. Es una máxima que se ha repetido en el poco tiempo que lleva el alemán como propietario del club. La cita de hoy es la tercera de cierto calado en este 2015, aunque la primera de este curso. La intención es la de animar a una plantilla que no está al nivel de las exigencias, justo lo que ya sucedía el pasado curso.

El 14 de abril ya se encontró, uno a uno, con la totalidad de los futbolistas para exigirles más implicación, preguntarles por su situación con el entonces entrenador, Miquel Soler, y pedirle soluciones contra la crisis deportiva que atravesaba el equipo, que no estaba en descenso pero sí atravesaba una racha negativa que le acercaba al abismo. Son Bibiloni acogió aquellas citas, que se producían por el orden de dorsal, hasta bien entrada la noche. Aquello se interpretó desde fuera como un debilitamiento del preparador, que finalmente acabó la temporada tras certificar la permanencia a tres jornadas de la conclusión del campeonato. Eso sí, antes de eso, el 13 de mayo, se produjo otro encuentro en el que Claassen dejó claro su mensaje. "Si bajamos sentiremos vergüenza para siempre", le dijo a la cara de los futbolistas, en presencia de su esposa Anette y del director deportivo Miquel Àngel Nadal.

Seguramente su discurso de hoy ante la plantilla estará alejado de este tono, aunque la situación solo es mejor en el sentido de que apenas se han disputado catorce jornadas y el margen de reacción es grande.