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Análisis

Y un pepino

Era inevitable sustraerse al recuerdo de Julián Ronda, quien puso la sensatez que le faltaba a un juvenil e impulsivo Samuel Etoo, en el Leganés. Una vez que el balón empieza a rodar se esfuma el vapor de la historia y la vida, con lo que queda del fútbol, fluye alrededor.

El conjunto pepinero, calificativo heredado de los tiempos en que la huerta adyacente a Madrid suministraba los mercados de la Capital, ha vuelto a Segunda división para quedarse y a rebufo de la soprendente estabilidad del Rayo Vallecano y el Getafe, este último incluso con mucha menos tradición futbolística.

En este comienzo de Liga no resulta especialmente relevante que no haya perdido aún en casa. No es menos cierto que tampoco ha ganado ninguno fuera y que Butarque sólo registra dos triunfos locales. Un balance irregular como lo son todos en el primer tercio de la competición.

Con una presidenta ya veterana, pero que no mete goles, ha sufrido bajas importantes en una plantilla resentida por las despedidas de Chuli, Diamanka, Marc Bertrán y Eraso, donde actualmente lleva la manija el mallorquín Lluis Sastre, terminada su larga trayectoria en el Real Valladolid. Su referencia ofensiva vuelve a ser Borja Lázaro, sí, ese delantero que le hizo un ´hat trick´ al Mallorca el año pasado, un nueve clásico, un tanque estático al frente de la artillería.

Ferrer ha tenido que viajar sin Yuste, cinco tarjetas en diez partidos, sin mayores contratiempos. Su ausencia, pese a todo, no debería notarse tanto como se pretende. No es Schweinsteiger aunque lo dijera la esposa de Utz Claassen.

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