El Almería sufre poco más o menos lo mismo que le ocurrió al Mallorca en su retorno a Segunda división. Presupuesto para una buena plantilla, que la tiene, un primer entrenador con menos currículum que Oltra -en el target de Sergi Barjuan sólo se registra una magnífica primera vuelta con el Recreativo- y el aparente acierto en una serie de fichajes pretendidos por otros clubs con menos cheques en el talonario. Pero el fútbol es muy caprichoso y esta categoría muy rara. Casi es más fácil adaptarse para los que vienen desde abajo que para aquellos que se asoman al infierno. Y, por el contrario, la exigencia mucho mayor.
El equipo que esta mañana visita Son Moix no será muy distinto. Acaba de apostar por un técnico de futuro más que de presente, como también sucedió aquí con Carreras. Pero Joan Carrillo no tendrá tiempo para cambiar muchas cosas y sus primeros días habrán sido más de trabajo psicológico que técnico o físico.
Ferrer, por primera vez, repite convocatoria. Ha encontrado la piedra filosofal de su plantilla y pretende conservarla. Brandon cambia sustancialmente la fisonomía del conjunto. Rodilla aparte, sería un lujo tenerle en el banquillo. Lo normal es que Arana pague los platos rotos porque, además, no está para noventa minutos. Otros no cuentan ni para uno. Tampoco es bueno tener jugadores desmotivados porque la Liga es muy larga y los puedes necesitar aunque, de momento, esto va así.
