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La crónica

Evidentes síntomas de mejora

El Mallorca cuenta la segunda victoria tras hacer méritos para golear a la Llagostera, en el partido más completo de la temporada Sissoko firma el único tanto del encuentro a veinte minutos del final - El árbitro anuló un gol a los catalanes a los dos minutos por un fuera de juego inexistente

Por insistencia. Así consiguió el Mallorca su segunda victoria de la temporada ante una Llagostera que resistió todo lo que pudo y más. Pero tanto fue el cántaro a la fuente que el equipo de Ferrer acabó por derribar el muro del equipo catalán. Con toda justicia. Porque si alguien atacó, y atacó y atacó hasta el hartazgo, ese fue el Mallorca. La victoria debe servir al equipo, al cuerpo técnico y al club para tranquilizar los ánimos y afrontar el siguiente compromiso con un poco de calma, tan necesaria en este fútbol de locos que nos toca vivir.

Los jugadores y Ferrer celebraron la victoria como si de un título se tratara. No lo fue, pero casi. Al equipo le iba la vida en este partido, y a su técnico el cargo. Son tres puntos que, aunque no permiten todavía salir de la zona de descenso, sí que dan oxígeno. Sin embargo, no hay motivos para la euforia. Solo se ha ganado un partido, ante un modesto entre los modestos, que por no tener no dispone ni de campo propio. Habrá que esperar a los próximos partidos, exigentes todos -Mirandés, Almería y Leganés- para comprobar lo que realmente puede hacer este Mallorca. Pero, sin ánimo de chafar la fiesta a nadie, se ganó ayer por la mínima a un equipo llamado a luchar por evitar el descenso. Es verdad que el equipo contó con innumerables ocasiones de gol, pero en el fútbol se han de materializar. Ayer bastó con una, la de Sissoko a poco más de veinte minutos para el final del partido. Cuando los nervios empezaban a aflorar. Hacía tiempo que el Mallorca merecía ir por delante en el marcador.

Y eso que el partido empezó con fortuna para los locales ya que el árbitro, dicen que uno de los mejores de la categoría, anuló un gol a la Llagostera por fuera de juego que no fue. Fue prácticamente la única vez que los catalanes se acercaron con peligro al área de Cabrero, ayer sustituto de Timon, con su selección.

Partidario de no tocar lo que funciona, Ferrer repitió el once que empató en Oviedo con los obligados cambios del mencionado Timon y el lesionado Moutinho. Arana entró en su lugar. El andaluz es, posiblemente, el jugador con más clase de la plantilla. Le falla el físico. Ayer gustó y se gustó, como cuando estrelló el balón en el poste en el minuto 31. Mereció ser gol. Fue el preludio de un acoso y derribo del Mallorca sobre la portería del mallorquín Moragón, que parecía que iba a levantar bandera blanca. Hasta aquel momento, el centro del campo local era tan liviano que Pitu y Juanto se apoderaron de la parcela. Era estar o no estar, y los mallorquinistas no estaban. Aparecían pero no estaban. Y así pasaban los minutos, con energía pero sin fútbol, con pases pero sin jugadas. El Mallorca llegó a la primera media hora con su agenda de notas vacía. Ni una jugada, ni una ocasión, ni un asomo de peligro. Pero Arana, Costas y Ros merecieron abrir la lata en los últimos minutos antes del descanso.

La segunda parte fue más de lo mismo. Ros, omnipresente, volvió a tenerla. Pero el peligro llegaba por la banda derecha. La sociedad que formaron Company y Campabadal es una de las buenas noticias que deja el partido de ayer. Ferrer ha encontrado en el catalán un interior con llegada, que no desmerece a Pereira. Y el mallorquín, si el técnico no rompe la baraja, parece que se asienta en el lateral derecho. Un lateral con llegada, como se pudo ver en el único gol del partido. Company, como un extremo más, puso un balón envenenado en el área pequeña. Ahí estaba Sissoko, otro que crece a pasos agigantados, para empujar el esférico al fondo de la portería. El francés celebró su gol con Ferrer, al que pareció dedicárselo, en un ejemplo de la buena sintonía que parece que hay entre el técnico y la plantilla.

Pudo llegar algún gol más. La tuvo Bianchi, quien debe dar más; y también Tià Sastre, que al poco de entrar, envió alto un centro de Coro. Daba igual. Lo importante era la victoria. Absolutamente merecida. El equipo parece estar dispuesto a dar guerra.

Iberostar Estadio (6.898 espectadores)

Real Mallorca: Cabrero; Company, Aveldaño, Costas, Oriol; Yuste, Sissoko; Campabadal (Coro, m.88), Arana (Pereira, m.81); Ros (Tià Sastre, m.84), Bianchi.

UE Llagostera: Moragón; Jorge (Chumbi, m.75), Maso, Fran Cruz, Escassi; Imaz, Pitu, Giva (Ríos Reina, m.60); Juanjo (Benja, m.46), Juanto, De los Reyes.

Goles: 1-0, m. 68: Sissoko remata en el área pequeña a pase de Company.

Árbitro: Pizarro Gómez (Comité Madrid).

Tarjetas amarillas: Juanjo (m. 23) y Yuste (m.28). Tarjetas rojas: No hubo.

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