Chapi Ferrer afronta esta tarde ante la Llagostera su segunda gran final. La del Mallorca, que también se la juega, es para agarrarse al sueño cada vez más lejano del tan cacareado ascenso; la del técnico catalán, para sujetarse al banquillo. Si el equipo no gana e impera la lógica, la cuerda se romperá por el lado más débil. Habrán sido ocho las oportunidades que habrá tenido el técnico para enderezar el rumbo.

Lo único que puede salvar a Ferrer de la quema son las palabras del propietario Utz Claassen esta semana: "No me imagino a otro entrenador que no sea Ferrer", dijo el alemán, que puede ser esclavo de sus palabras. Claassen reúne muchas virtudes, pero la paciencia no está precisamente entre ellas. Hace tiempo que tiene la mosca detrás de la oreja. Está convencido de que, junto con Nadal, ha construido un equipo hecho para luchar por el ascenso. Pero los resultados le desdicen. El equipo solo ha ganado un partido, de penalti, y ha perdido con tres de los cuatro equipos que han ascendido de Segunda B. Decepcionante.

El Mallorca afronta el trascendental partido de esta tarde con sensibles bajas. De todas maneras, no servirá de excusa en caso de que no se consigan los tres puntos. A las ya conocidas ausencias de Timon, con la selección sub'21 de su país; Brandon, que sigue parado por su esguince de rodilla, y Acuña, con una rotura del abductor que le mantendrá entre ocho y diez semanas de baja, se ha de sumar la de Moutinho, el mejor hombre en Oviedo el pasado domingo.

Partidario de mantener lo que funciona, Ferrer hará los mínimos cambios imprescindibles. Y si hay que hacer caso de su teoría, lo más probable es que las únicas novedades con respecto al once del Carlos Tartiere sean las de Cabrero por Timon bajo los palos y la de Pereira por Moutinho en la banda izquierda. Company seguiría en el lateral y Campabadal en el interior derecho. Si no fuera así, este ocuparía un puesto en la defensa y optaría por Arana. Posibles variantes que no se despejarán hasta poco antes del inicio del partido.

El Mallorca se enfrenta a un rival que, con su goleada al Elche la pasada semana (4-1) abandonó la plaza de colista y hasta las posiciones de descenso. Llega a Palma con una buena racha -la semana anterior empató a dos goles en Girona- por lo que le convierte en un rival peligroso, aunque solo sea por el aspecto anímico, un factor siempre a tener en cuenta en cualquier deporte.

En cualquier caso, nada que no obligue a los hombres de Ferrer a conseguir la victoria y, si se puede, convenciendo, aunque ahora eso es lo de menos. Los jugadores aseguran que están a muerte con su entrenador. Hoy tienen otra buena ocasión para demostrarlo. Los rivales fáciles llegan a su fin. A partir de ahora empezará el equipo su Everest particular.