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Análisis

Las improvisaciones pasan factura

Otra vez el fútbol nos da una lección para que cada cual la interprete según considere oportuno. Sólo han sido precisas siete jornadas para que el Mallorca se haya quedado sin más delanteros que Bianchi y Coro para recibir la visita del Llagostera, al mismo tiempo que Cedric entrena con el primer equipo del Valencia, aunque juegue en el Mestalla. Unos lo achacarán a una falta de previsión y otros a una casualidad puntual.

Llevemos el caso a otro terreno menos ocasional. ¿Era mejor apostar por el gerundense de 32 años que por el joven nigeriano, de 21? Otra vez división de opiniones. Mejor no lo sabemos, pero más caro con toda seguridad.

¿Fue una decisión acertada prescindir de Joselu? A cartas vistas diríamos que no, sin embargo no olvidemos que, antes de contratar al italiano con la ficha más alta de la plantilla, el ataque estaba configurado por Assulin, rescindido también con el último tren del mercado, Fofo, Acuña y el brasileño Luis Carioca, presentado como una joya en ciernes y sin ficha.

Algo parecido sucedió con los centrales. Que si el alemán, que Truyols si o no, que Agus es muy caro, que Hugo Gomes ni para el entreno de los jueves, Kasim que nos falla en Bilbao y nos traemos a David Costas con la campana a punto de sonar.

Cuando analizamos el mal comienzo del campeonato y las tribulaciones de Ferrer, que también ha pedido un ayudante más con el balón en el ruedo, soslayamos la influencia de una pretemporada desastrosa. Viajes mal organizados, pocos partidos y un excesivo trasvase de jugadores. Muchos de los que la hicieron no están y han sido sustituidos por media docena que no la olieron. Y eso, como otras cosas, claro, pasa factura.

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