No, no se puede afirmar que Ferrer haya tardado siete semanas en acoplar un equipo a sus ideas. Sí que busca soluciones que han ido del mero cambio de cromos a variaciones de dibujo más importantes. De hecho, aún no ha repetido una sola alineación, lo cual podría ser incluso patente de la casa de no revelar que determinadas y puntuales actuaciones no le han convencido. De ahí la ausencia de Bianchi para recibir al Huesca, el pase de Arana a la reserva y quizás el de Pereira, suplente el domingo en Oviedo. Aparte, el lateral derecho de la zaga no tiene un dueño claro.
Empezó apostando por un 4-2-3-1, el sistema que hoy día usan la mayoría de equipos, sobre todo en Segunda. Pero ya ha puesto sobre el tapete el clásico 4-4-2, sin éxito, y en el Nuevo Tartiere un 4-1-4-1 que, a la vista de los acontecimientos, es el que mejor le ha funcionado. ¿Lo mantendrá?
Bueno, siempre hay que tirar de variantes, a veces incluso son aconsejables en el transcurso de un mismo partido. Cada rival es diferente y nunca se sabe cuándo puede ser necesario darle la vuelta a la tortilla.
Estas cosas a veces salen bien y otras, mal. Al mismísimo Rafa Benítez le salieron mal en el Vicente Calderón. A los genios y a los simples los miden los resultados. Y nadie, ni directivos, técnicos o futbolistas, está por encima de ellos.
La inminente reaparición de Brandon planteará nuevas incógnitas. Puede jugar en banda, pero el Chapi le ha confiado la media punta e incluso la posición de delantero centro. A día de hoy parece imprescindible en medio de un once que no ha epatado a nadie, pero hay que ver quién o quiénes van a ser sacrificados y el efecto que produce. El nudo de la clasificación aprieta.