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Análisis

Solo puede jugar uno

Adiferencia de lo que ocurre con el resto de demarcaciones, portero sólo puede jugar uno. En cierta ocasión, siendo Javier Clemente seleccionador de España, alineó a Molina, portero del Atlético de Madrid, Levante y otros equipos, de extremo izquierdo. El caso contrario, salvo expulsión o lesión con los tres cambios efectuados, no se ha dado nunca. Al menos que yo sepa o recuerde.

Rubén Miño es un portero con mala suerte. Primero tapado por Aouate y después por Cabrero, no encontró en el Mallorca la oportunidad que busca un cancerbero joven como él. Tiene 26 años, por lo que aún tiene tiempo y recorrido para alcanzar sus objetivos, pero ha ido a caer en otro club cuyo técnico, el argentino Sergio Egea, que lleva once años entrenando no todos en nuestro país, prefiere lo experto conocido a lo nuevo por conocer, y mantiene bajo los palos al veterano Esteban, con 40 años uno de los ilustres del fútbol español en la actualidad.

No es lo mismo nacer con estrella que estrellado y el guardameta que abandonó el filial del Barça con 23 abriles y la idea de sumar partidos en otros lares no ha tenido demasiadas ocasiones para afianzarse en un club de cierta dimensión y categoría.

No es titular, pero tampoco se ubica en mal destino. El Real Oviedo es todo un clásico, con veinte mil abonados en un renovado Carlos Tartiere que admite a más de treinta mil aficionados y se ha llenado incluso en partidos de Tercera.

Tampoco sabe mucho de su anterior equipo, ya que son pocos los futbolistas bermellones que compartieron vestuario con él, poco más de media docena. En cambio allí coincide con Generelo, otro correcaminos que vivió en Palma media temporada y ha ascendido con los carbayones.

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