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Análisis

Códigos sagrados sin respeto

Lo que pasa en el campo se queda dentro del campo y lo que sucede en un vestuario, no sale del vestuario. Son máximas que vengo escuchando desde tiempos inmemoriales y que puedo afirmar que son ciertas si nos basamos en las numerosas excepciones que confirman tales reglas.

No es muy distinto a la negativa de Utz Claassen a facilitar el presupuesto del club a preguntas de mis compañeros Cabot y Bauzà, cuando siendo consejero y a lo largo de los últimos cuatro años se filtraron toda clase de documentos del club y hasta algún consejo de administración se transmitió vía telefóno movil. Y es que cuando uno habla de herencias del pasado ha de ponderar en qué medida contribuyó a dejarlas.

Punto y aparte. Me cuentan que ha recibido una oferta de entre seis y siete millones de euros para vender sus acciones a otro grupo alemán. Él no quiere; su esposa, sí. Permaneceremos atentos a la pantalla y retomo las primeras líneas.

Ya comenté el pasado lunes que la plantilla mallorquinista no tiene fe en su técnico, lo cual no justifica ciertos comportamientos insolidarios y más propios de un divo que de futbolistas de Segunda división. Los suplentes son presa fácil de cualquier buscador de titulares al uso. La queja de cualquier profesional por falta de partidos supone una falta de respeto a sus compañeros, un desafío al entrenador y la prepotencia de creer que se comete una injusticia. Pero, ¡ojo!, cuando el propio presidente se manifiesta en público a favor o en contra de una alineación determinada, infringe otro código sagrado e invita a la sedición. No hablemos si, además, se dan diferencias salariales importantes entre los miembros de la misma tropa.

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