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Análisis

Del reto a la necesidad

Entre el "si este equipo desciende yo me tiraré al agua de la bahía" de Luis Aragonés, y el "si ascendemos subiremos a Lluc a pie tres veces" de Utz Claassen, median tres lustros y una categoría. Ambas promesas obedecen a objetivos bien distintos y señalan nítidamente lo que fue el Mallorca del cambio de siglo y lo que es ahora.

El fútbol no solamente pone a cada cual en su sitio, cuestión de tiempo, sino que refleja fielmente los comportamientos humanos y viaja en paralelo a la vida cotidiana del individuo y la sociedad.

Antonio Asensio Pizarro compró en agosto del año 95 una sociedad anónima deportiva en ruinas como parte de una operación cuya meta era obtener los derechos de televisión, una pugna que aún perdura y en la que el empresario empeñó y perdió su vida.

Nunca sabremos qué hubiera ocurrido si el empresario catalán no hubiera enfermado antes de lo que todo hombre puede esperar, con poco más de cincuenta abriles. Hasta el luctuoso suceso había insuflado oxígeno y devuelto la ilusión al mallorquinismo, pero su reinado concidió con una etapa económicamente dorada en la que vivir por encima de sus posibilidades era común a muchas empresas al amparo de los vientos de bonanza.

Cuando el velamen recibió el impacto de las primeras tormentas de la mayor crisis de la historia, fueron pocos los que resistieron y el Mallorca no iba a ser la excepción. Detrás de aquellos dieciséis años en Primera División, entre muchos aciertos y más errores de los reconocidos, se escondían unos frágiles balances que iban a desembocar primero en una declaración de insolvencia y después en el concurso de acreedores cuyo convenio sigue vigente.

El presidente del Numancia llamaba hace unos días a la rebelión de los modestos -Alcorcón, Ponferradina, Mirandés, etc- para aprovechar la imperiosa necesidad de no menos de doce de los equipos de la categoría de subir a Primera en base a su delicada situación económica.

El Mallorca estaba entre los nominados junto a encopetados como el Zaragoza, el Almería, el Elche y el Valladolid, que también conocieron etapas más desahogadas.

Y Francisco Rubio lleva veintitrés temporadas al frente de la nave soriana. Experiencia y conocimientos no le faltan. Sentido común, tampoco.

Por eso el 'I tu puges?' no es solamente un reto, sino una imperiosa obligación en previsión de consecuencias difícilmente reconocibles.

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