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Análisis

Motivos para estar enfadados

El mallorquinismo tiene motivos de sobra para estar enfadado con su equipo. No puede estar de otra manera si mira la clasificación, con apenas cuatro puntos, en una temporada en la que las expectativas del club apuntan a luchar por el ascenso. En Tarragona no se hizo el ridículo, como muchos apuntaban ayer tras la derrota, pero más preocupante que todo eso es que quiso atacar, quiso marcar, pero no supo cómo hacerlo. Y eso es lo que debe corregir lo antes posible el técnico Albert Ferrer, que empieza a reclamar un acto de fe para mantener la confianza en sus pupilos. Es verdad que el Mallorca atacó más que en otros encuentros, pero sin acierto, que es lo que cuenta. Dos goles, uno de ellos de penalti, en seis encuentros -si se cuenta el de Copa- es un balance desolador e impropio de un equipo con aspiraciones. Y defensivamente concedió un gol inadmisible que le costó la derrota. Timon, por mucho que sea su trabajo, no va a estar siempre para salvar a los bermellones. Esto es para preocuparse.

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