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Análisis

Aunque la mona se vista de seda

De aquí a que termine la temporada, el Chapi Ferrer habrá salido un mínimo de ochenta y cuatro veces en rueda de prensa, siempre pensando que no tenga que ser cesado o dimita antes. Sus jugadores se repartirán no menos de ciento veintiséis comparecencias, sin contar las de después de los partidos. Es decir que tocamos a cinco entrevistas con cada uno. Particularmente me da igual si alguien, dicen que el propio entrenador, ha decidido que sus discípulos no pueden acudir a estudios de radio o platós de televisión. Nos ahorramos tener que escuchar los mismos argumentos o similares más de un centenar de veces. Idénticos tópicos a base de frases hechas día tras día a lo largo de diez meses, es mucha tela. Así que mi agradecimiento personal al padre de la idea u orden. La guinda sería que el presidente y sus adláteres fueran los primeros en cumplirla, pero reconozco que quizás es pedir demasiado con lo mucho que les gustan las cámaras y los micrófonos cuando pueden decir lo que quieren y sortear preguntas incómodas.

Partiendo de la base de que lo que sale por sus bocas semana tras semana tiene el mismo interés que una conferencia de Artur Mas sobre la ovulación de las tortugas marinas en primavera, cambiemos de tercio. Empezaré por decir que impedir, verbo algo menos imperativo que prohibir, que los miembros de la plantilla luzcan piercings y/o pendientes puede mejorar su nivel estético, me pregunto si se refiere a los externos o también a los internos. En ese caso, haber incluido los tatuajes. Al tiempo que reclamo una definición de lo que se entiende por "peinado raro", aprovecho para dejar caer mi rechazo a las camisas a rayas con el cuello blanco. O sea, no me gustan; lo cual no no ha de ser necesariamente compartido. Vamos, que hay cosas más importantes. Creo.

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