Diario de Mallorca

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Análisis

Plagado de interrogantes

Cualquier cartel que anuncia un evento, sea de un estreno cinematográfico, corrida de toros, conierto o cualquier otro espectáculo, pretende captar el interés de su espectador potencial e incide sobre los aspectos más llamativos en atención a los gustos de un público específico. Una película puede atraer por su temática, la popularidad de sus actores, los premios recibidos y para los más avanzados, el director o su guionista.

El fútbol capta aficionados que devienen en seguidores en cuanto se relaciona con un sentimiento o pasión, pero también depende de una oferta que tiene mucho que ver con los resultados, la calidad de los futbolistas y la identidad del rival incluso de cara a sus más fieles. Buenos resultados, mejor plantilla y la promesa de un juego brillante garantizan la afluencia de espectadores y el incremento de incondicionales.

Desgraciadamente la pretemporada que ha realizado el Mallorca no genera entusiasmo y plantea más incógnitas que realidades, más allá de la fe intransferible de cada uno.

Los fichajes, alguno de ellos presentado como figura, no han epatado. Los marcadores han ayudado poco y el nivel desplegado ha merecido pocos comentarios favorables. Claro que a menudo este deporte propicia sorpresas, pero son más las excepciones puntuales que la consecuencia de un error analítico.

Luego hay que tener en cuenta que nos movemos siempre en el terreno de lo subjetivo. Las valoraciones responden a gustos particulares y a veces hay tantos como individuos. No obstante en el caso que nos ocupa partimos de un nexo común y es que casi nadie cree que este equipo pueda luchar por el ascenso salvo que se den circunstancias inesperadas. Es decir, nos aferramos a la ilógica como guía de los deseos del mallorquinismo.

Este verano hemos sentido envidia sana de rivales como el Valladolid, el Alavés, el Real Zaragoza, el Almería, el Oviedo y alguno más. Han confeccionado vestuarios que, desde la distancia, prometen competitividad y proyectan ilusión. Como los carteles que anuncian una buena terna de toreros para enfrentarse a una ganadería de prestigio. O, volviendo al mismo ejemplo, un film con actores más o menos consagrados y no futuras revelaciones, si las hay.

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