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Análisis

Ser o no ser líder

Con el liderazgo se nace. Un líder se distingue por su capacidad de convencer a sus compañeros, de demostrar que puede dirigirles y su disposición para echarse el equipo a la espalda en los momentos difíciles. Uno de los mejores entrenadores que ha tenido el Mallorca, Héctor Cúper, no era partidario de que hubiera un jefe en el terreno de juego; decía que esa función la asumía él directamente. Aún así contaba con Engonga. Pero es cierto que todo entrenador que se precie debe de influir decisivamente en el vestuario, tanto en aspectos técnicos como psicológicos y disciplinarios. Sin embargo, no todos los casos son iguales.

Sin salir de la Isla, Eto'o fue un 'jefecillo', por poner un ejemplo muy claro. E incluso Luis Aragonés, listo como pocos, fomentó su papel pese a los enfrentamientos que tuvieron. Inteligente ha sido Luis Enrique en el Barça al asumir, finalmente, la superioridad e incluso dependencia de Messi. Un caso distinto al de Cristiano Ronaldo en el Madrid, que influye pero no ejerce.

La conclusión es que, sea quien sea el capitán o el general, todo colectivo precisa de un referente, sea cual sea su ubicación física. Comprobaremos a pie de obra, en cuanto se inicie el campeonato, si Aveldaño es, en efecto, el portaestandartes o Ferrer reclamará desde la banda la atención de sus discípulos.

Dirigir a diez colegas desde la defensa no es una tarea sencilla. Bastante trabajo hay con lograr la conjunción de la línea propia. Pero también ha habido leyendas surgidas desde la retaguardia, empezando por Sergio Ramos, Puyol o, para no salir del Mallorca, el mismísimo Nunes en su plenitud. Ninguno es paradigmático, pero los tiempos de Beckenbauer o Baresi quedaron atrás.

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