Cada año, con los últimos días de junio, alguien cuelga en la puerta de los vestuarios de los clubs de fútbol profesional el cartel de marras: "Antes de entrar, dejen salir". La traducción indica que es prioritario aligerar la nómina por encima de pensar en incrementarla. El Mallorca no es, en este sentido, ninguna excepción.
Hace mucho tiempo que me he manifestado en relación a los contratos de los futbolistas, que casi siempre benefician a estos últimos. En realidad un jugador abandona cuando quiere o le interesa cambiar de aires, pero el contratante no puede hacer lo mismo, ni siquiera mediante indemnización sin contar con la voluntad del contratado. El equilibrio entre las partes es una de las muchísimas asignaturas pendientes de imposible acuerdo entre la patronal y la AFE mientras no exista una regulación superior.
Si a un partido político que gobierna con mayoría absoluta se le puede echar de menos que no la utilice para cambiar una ley electoral arcaica, entre otras cosas, a las instituciones que rigen el deporte en general y el fútbol en particular, incluido el Parlamento Europeo si es necesario, se les debe exigir un marco más ecuánime en el que los derechos y deberes de las sociedades anónimas deportivas se correspondan con los de sus trabajadores. Y eso también alcanza a la obligación de que todos, sin las cuatro exclusiones absurdas del fútbol español, se ciñan a la misma normativa.
El Mallorca tiene mucho material de desperdicio. Sí. Pero si no llega a un acuerdo con sus descartes tendrá que comérselos. Corren muchos rumores en torno a un presupuesto aún desconocido que marcará tendencia y opciones. De momento no han aparecido ni las inversiones prometidas ni tampoco los inversores o patrocinadores. No es lo mismo oponerse a las decisiones que tener que tomarlas. Pero esto no ha hecho más que empezar y aunque los 'inputs' no son halagüeños, 'deixarem que pixi el mul'.
