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Análisis

Pagar o no pagar, esa es la cuestión

La cuestión no es tan sólo lo que el Mallorca quiera fichar, tanto a nivel de entrenador como de jugadores, sino que no compite en igualdad de condiciones. Primero porque su oferta económica lo impide al ser inferior a la de la mayoría de clubs de Segunda y, además, porque no ocupa el primer ni el segundo lugar en la lista de posibles destinos que manejan los futbolistas y también sus representantes. Si, de otro lado, no oculta sus negociaciones bajo el manto de la discreción, todavía mucho peor.

Que superada la primera quincena de junio aún no se haya contratado a un técnico no me parece especialmente grave. Tampoco hay que resgarse las vestiduras porque otros equipos lo hayan hecho e incluso ya cuenten con algún refuerzo. En circunstancias normales hay tiempo.

El problema es la desconfianza que generan los responsables del área correspondiente que si ya se manejan a duras penas con vientos de bonanza, no somos capaces de adivinar qué harán a medida que, semana tras semana, surjan las dificultades propias de las últimas carreras.

Echamos de menos un paso firme en la mejoría presupuestaria que permita elevar el límite salarial que impone la LFP, sin excusas vanas ni verdades a medias. No sabemos nada del presupuesto, el proyecto y la planificación. Se ha hablado de diez fichajes, pero ¿en qué puestos y con qué dinero?

Parece existir mayor empeño en buscar víctimas propiciatorias y toda clase de culpables ajenos del pasado, en lugar de arremangarse y entrar en faena.

Hay que dejar ya en paz al maestro armero porque, en primer lugar hay más de un candidato a quien echarle el sambenito y a estas alturas ya no conduce a ninguna parte. Sobre todo si el escenario se asemeja tanto al de Fuenteovejuna. Todos a una, señor. Todos a una y sin excepciones.

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