Nunca sabremos si Miquel Soler decía en serio que "el Mallorca le puede ganar a cualquiera", pero nosotros estamos convencidos de que cualquiera puede ganar al Mallorca, que no es lo mismo.
Se presenta un final de Liga que debería ser tranquilo por insustancial y, en cambio, no son pocos los aficionados que, inmersos en el engaño generalizado, viven con sus camisas despegadas del cuerpo cuya piel exuda miedo, sino pavor, por todos sus poros.
Aquí nadie mueve pieza. El presidente porque afirma que atiende negocios en Asia, igual se presenta con un inversor chino. Miguel Àngel Nadal en funciones que sobrepasan su preparación y Miquel Soler aferrado a un cargo que, según ha demostrado, le queda ancho. El caso es que otros clubs, como el Granada, toman medidas desesperadas para torcer la dinámica y, sin salir de Segunda, Osasuna ha relevado a su técnico igual que aquí se hizo con Carreras. Aunque ya es muy tarde para recurrir a Olaizola que, además, tiene bastante con lo suyo.
Me atrevo a sugerir al mallorquinismo que, dado que el partido contra el Betis sólo tiene interés para los verdiblancos, que no serán pocos, acudan a Son Malferit para apoyar al filial, pues me temo se va a jugar su descenso a Tercera contra el Atlético Baleares.
Por lo demás y a la vista del calendario restante, mantengo que el primer equipo continuará en Segunda. Claro que si no es capaz de ganar en dos de las seis jornadas que quedan merecerá lo que le pueda ocurrir ahora y en el futuro, si bien el porvenir se me antoja oscuro en cualquier supuesto.
Lo de cargar las tintas sobre los jugadores ya no cuela. Son los que son y su calidad era conocida cuando les ficharon. O debía haberlo sido.
