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Análisis

Ganar por obligación

Si tenemos en cuenta que el Tenerife es el peor equipo de Segunda fuera de casa, poco más habría que añadir. Si ganarle ya era de por sí una obligación, los datos convierten un empate o una hipotética derrota en un ridículo sin precedentes.

Y que nadie nos acuse de meter presión, pero es que tanta tontería tiene ya un límite preciso que, además, se ha superado con creces. Ya sólo faltaría que Abdón Prats nos tuviera que recordar que no hay peor cuña que la del mismo palo. Mejor ni pensarlo.

Miquel Soler, como no podía ser de otra manera, ha tirado de casi todo lo que tiene. Sólo la ausencia de Martí es objeto de un debate probablemente ajeno al partido de esta noche en sí mismo. La de Saborit se imagina que obedece a alguna molestia, de lo contrario no se entiende que salga de titular el domingo pasado ante el Alcorcón y hoy vuelva a la grada en beneficio del entonces malogrado Gulan.

En mi opinión ninguno de los dos equipos está en peligro inminente de descenso, aunque reconozco que eso no es fácil de explicar ni a los mallorquinistas, ni a los chicharreros. Así que, para mí, el morbo del choque no radica en señalar al vencedor, si lo hay, sino en seguir el devenir de los acontecimientos en casa del derrotado.

El horario tampoco es el más idóneo para que el público acuda a Son Moix. Las chearleaders tendrán que taparse para no pillar una pulmonía en cuanto se ponga el sol y estaríamos dispuestos a negociar un aplauso al palco a cambio de evitarnos el suplicio de la batucada. Me temo que, no obstante, eso lo decidirá el marcador. De lo que no cabe duda es de que si el equipo no atrae aficionados y el riesgo de descenso tampoco, no serán pompones ni tambores los que lo consigan.

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