En esta etapa del criterio y la transparencia no nos ha quedado claro el fondo del conflicto generado en torno a la figura de Scepovic, claramente defenestrado por Karpin, no defendido por el club y sin tiempo para que Miquel Soler haya intentado recuperarle para la causa.
En cuanto a Riera, tampoco conocemos las extrañas circunstancias de su baja en el Udinese, las condiciones de su regreso al Mallorca, ni su estado físico y de forma, si bien no tardaremos en saber algo sobre este último particular.
Pero sí se pone de manifiesto que, en términos de plantilla, se marcha un delantero centro puro, demarcación ahora mismo solamente cubierta por Xisco, y entra un hombre de banda izquierda donde coinciden Gulan y Saborit en defensa, y Arana, Assulin, Pereira y Markovic en el centro del campo.
Probablemente el de Manacor mejora a cualquiera de los seis y quizás a todos juntos, ya se verá, pero el intercambio supone un desequilibrio evidente en un plantel que no brilla precisamente por su planificación.
No entramos en el análisis cualitativo de cada jugador, sencillamente nos preguntamos si quitar a un 'nueve' para meter a otro 'tres' u 'once' es una medida prudente. Dicho de otra manera, si se lesiona un jugador de banda hay soluciones, mejores o peores; por el contrario, si se lesiona el único punta nato de la nómina, habrá que improvisar.
El cesado Karpin tiene que asumir una cuota importante de responsabilidad en el bajo rendimiento que se le ha extraído al que ha sido máximo goleador del equipo, ahora superado por Arana. De todas maneras este debate sería ya estéril y no conduciría a nada. A lo hecho, pecho. Pero no son las mismas gallinas la que entran y las que salen.
