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Análisis

Cada jornada un examen individual y colectivo, por Alejandro Vidal

Parece inevitable que Marco Asensio se haya atraído, voluntaria o inconscientemente, todas las miradas de ojeadores, espectadores y, tal como afirmaba Karpin, buitres de toda índole. No es bueno para él, más presionado que nunca, ni tampoco para el equipo, que en buena medida depende de su talento. Una prueba fehaciente más de la supina ignorancia que adorna a las preclaras mentes de los consejeros del Mallorca que, por fortuna, volverán a dejar vacía la primera fila del palco presidencial de Son Moix. En fin, no será la última vez que debamos ocuparnos del asunto, para bien o para mal.

Además del hándicap reseñado, los locales tendrán enfrente a un contrincante que no se les ha dado nada bien en los tiempos más recientes y a un agente externo, la lluvia, que ya sufrieron sin éxito la pasada semana en Tenerife.

El Sporting ha viajado con la vitola de la defensa más firme de la categoría en lo que llevamos de campeonato. Por delante de Cuéllar forman futbolistas cuya experiencia contrasta con la juventud entremezclada en líneas más adelantadas. Si a eso sumamos que no ha cedido un solo encuentro en catorce jornadas quedan claras las dificultades que encierra doblegar su cerviz.

Los amantes de la estadística contrapondrán sus seis victorias a las cinco obtenidas por el plantel de Karpin. Total, una más. El resto, todo empates. Tal vez una prueba de que, al contrario de lo que afirmaba Luis Aragonés, las tablas no son siempre inútiles. Hipótesis que normalmente se rinden al examen de cada jornada, como los que Asensio tendrá que superar a partir de ahora.

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