Las patadas no ocultan una evidencia: el Mallorca sufre una notable merma sin Marco Asensio. No podía ser de otra manera tratándose del futbolista más desequilibrante de la plantilla y, muy probablemente, de toda la Segunda División.

El relato del partido que disputaron el sábado el Mallorca y el Alcorcón ha quedado eclipsado por la agresividad del conjunto madrileño, que propuso un encuentro subido de tono en complicidad con el grupo de Karpin. Tres expulsados y un saco de tarjetas amarillas para cada equipo reflejan la dureza con la que se emplearon ambos contendientes, aunque el Alcorcón se superó en este capítulo.

Pero no hubo ni rastro de fútbol. No es que el Mallorca se haya distinguido en este primer tercio del campeonato por desplegar un fútbol de elaboración, ni mucho menos, pero al menos en los últimos partidos quería la pelota y se veía alguna intención. El sábado el equipo se olvidó del esférico y sin Marco no hubo nadie que canalizara el juego de ataque.

"Mejor que no haya estado Marco porque sale en camilla", dijo Valeri Karpin después del encuentro aludiendo a la dureza del Alcorcón. El ruso exageraba porque lo cierto es que el Mallorca es completamente dependiente del talentoso mediapunta. A la misma hora que anotaba dos goles con la sub´19, sus compañeros se peleaban con el Alcorcón y consigo mismos para intentar dar dos pases seguidos.

Pero sin la figura el cortocircuito fue generalizado. A los tres minutos el grupo bermellón se adelantó por medio de un penalti y vivió el resto del encuentro muy lejos del gol. Pereira percutió por la banda sin ningún éxito, y con el francés se acabaron los argumentos ofensivos del Mallorca. Arana perdió la inspiración, Scepovic parecía un espectro y Fofo fue un mal recambio de Marco.

El mediapunta enciende el interruptor y sin él en el terreno de juego sus compañeros de ataque se apagan. Por eso el grupo de Karpin se limitó a realizar un ejercicio defensivo, sin brújula y atrapado en la red que había tendido el Alcorcón.