El Mallorca-Alcorcón fue una batalla campal en toda regla. Ya han pasado 48 horas de la finalización del encuentro y todavía resuena la enorme dureza, algunos la califican de violenta, que se vio sobre el maltrecho césped por parte de ambos conjuntos. Patadas, manotazos o codazos, algunos de verdad y otros fingidos, y una enorme picaresca para perjudicar al rival que elevó la tensión entre ambos equipos y que reflejó la incapacidad del árbitro cántabro Arias López para controlarlo.

Las miradas apuntan al conjunto madrileño, que llegó a desquiciar a los rojillos en un partido con un alto nivel de agresividad, con constantes interrupciones y, como no podía ser de otra manera, que acabó con expulsiones por las dos partes. Dos visitantes, Escassi (min.64) y Sanz (min. 84), y una por parte de los locales, Joao (min. 64). Pepe Bordalás intentó justificar con ira en la sala de prensa una circunstancia que las estadísticas presentan como irrefutable: el Alcorcón es el equipo que más tarjetas amarillas ha visto de la Liga Adelante, con 58 en apenas trece jornadas. Esto no se tiene que traducir automáticamente en que los ´alfareros´ son los más duros, está claro, pero por lo visto en el encuentro en el Iberostar Estadio es complicado negarlo. De hecho, muchas voces en el vestuario de Son Bibiloni confesaron que estaban advertidos de la "agresividad", como dijeron algunos, del Alcorcón, pero en la segunda mitad cayeron en su trampa. Sin embargo, mejor ir por partes.

El encuentro ya empezó con nervios porque en el minuto dos Charlie derribó absurdamente a Pereira dentro del área. El colegiado, que no le mostró cartulina al infractor, no se lo pensó y decretó una pena máxima que Arana aprovechó para adelantar a los suyos. En los primeros compases no se produjeron entradas fuertes, es cierto, pero el nerviosismo era más elevado de lo habitual. Incluso había más piques de lo acostumbrado, sobre todo en el centro del campo, donde Bustos y Joao se peleaban con los Sanz, Fausto y compañía. Bellvís y el propio Fausto ya habían sido amonestados, aunque Karpin reclamaba que los futbolistas del rival deberían haber visto muchas más.

El primer momento realmente complicado llegó en el minuto cuarenta y dos. El trencilla pudo haber expulsado a Pereira por una entrada por detrás sobre Óscar Plano, una acción que desató enfrentamientos entre algunos futbolistas. Dos minutos después, en otra jugada discutida, Arias López pitó una supuesta falta de Bustos, que no ocultó su indignación protestando airadamente. Eso le costó una amarilla y, lo más importante, facilitó el empate de Héctor Verdés gracias a un tiro directo. No obstante, en la segunda parte llegó lo peor para los rojillos, que se pusieron a la altura de un Alcorcón que estaba bastante cómodo entre el lío. "Más que nunca han venido a hacer antifútbol y se han llevado el empate, que es a lo que venían. Ha habido muchos insultos, mucha pelea, lo protestaban todo. Han ensuciado el juego", denunció Bustos molesto. Era difícil que el fútbol fuera fluido porque prácticamente cada minuto había alguien en el suelo, tanto de los unos como de los otros. De hecho, el Alcorcón cometió 21 faltas mientras que el Mallorca 20.

Quejas

"Mejor que no haya estado Marco Asensio porque lo sacan en camilla y lo habríamos perdido para más tiempo", se quejó Karpin. El ruso exigía calma a los suyos, pero ya no había nada que hacer. Y eso se refleja en la expulsión de Joao, que siempre ha destacado por su tranquilidad y prudencia, pero que el sábado se equivocó al enzarzarse en una pelea sin balón con Escassi. El resultado es que ambos vieron la roja. "Ellos no querían jugar y lo único que han hecho ha sido intentar pararnos de manera brutal, había mucha agresividad por parte del rival. Una pena, ya estábamos avisados y hemos entrado en el juego de ellos", lamentó Pereira. El Alcorcón acusó a Bustos de exagerar en la expulsión de Sanz, que sacó al pivote del césped de un fuerte empujón. "Yo no he fingido nada, ellos son los que tienen una escuela de teatro en su equipo. Desde el primer minuto han incendiado el partido", criticó.

Las discusiones se sucedían y los ´recados´ en forma de golpes eran habituales fruto de la presión del momento. Eso sí, Bordalás no quiere ni oír hablar de eso. "Somos un equipo muy noble y cada partido nos dejan en inferioridad. Y siempre con que este equipo es violento. Estoy hasta aquí", resaltó hastiado. Quizá no era el mejor día para vestirse de víctima.