Nada de lo que hicieron Nadal y Aouate en verano es significativo. El Mallorca es Marco y el futbolista estaba antes que ellos. Y bueno, el equipo también sabe sufrir

El Mallorca no es una máquina de hacer fútbol -ni lo será esta temporada- pero está demostrando una fiabilidad desconocida desde hace más de dos años. Las cinco victorias consecutivas que le ha llevado a postularse para todo han sido desiguales y llevan la firma de Marco, pero es incuestionable que el grupo que ha forjado Karpin también sobrevive en los escenarios más adversos. El Racing exigió más que los apocados rivales del último mes y el Mallorca superó el examen. El equipo ha aprendido a sufrir, a defender y a competir. Errarán los oportunistas de uno y otro barrio que quieran colgar medallas a Nadal o a Aouate, como si la planificación del verano fuera significativa. No, la diferencia entre el Mallorca y cualquier otro equipo de la categoría es Marco.

Único en la categoría

La victoria en El Sardinero llevó otra vez la firma de Marco Asensio. No hay un solo futbolista en la categoría que influya de manera tan decisiva en el juego y en los resultados de su equipo. Al canterano nunca le pudo la presión, ni siquiera en sus primeros partidos con el Mallorca, pero ni los más optimistas esperaban al extraordinario futbolista en el que se está convirtiendo. Todavía no se le adivina su techo y probablemente no lo muestre en el conjunto bermellón. Marco está llamado a triunfar en Primera, donde ya sería titular en quince de los veinte equipos de la máxima categoría, y será en ese ecosistema en el que dará lo mejor de sí mismo. Es demasiado atrevido decir que él solo se basta para ascender, pero sí se sabe ya que su traspaso será la salvación económica del club.

Caballo perdedor

Cuesta mucho entender por qué a un empresario de éxito como Filippo Ghirello se le ha metido en la cabeza comprar el Mallorca. De hecho, cuesta entender por qué alguien querría quedarse con semejante ruina y encima pagando. Nada en este largo proceso de venta del club tiene sentido. El italiano ya sabe cómo se las gastan los actuales accionistas y se asombra de que le pidan cantidades millonarias por unos títulos que valen cero. Pero él no es inocente. Nadie con sentido común puede anunciar la destitución del cuerpo técnico antes de comprar. Y su plan de eliminar las pistas de Son Moix es tan antiguo como el propio estadio, que nació antipático y así seguirá hasta que el mallorquinismo se libre de él. Ghirelli es un tratado de buenas intenciones -salvo en lo que respecta a Karpin- pero el pescado ya está vendido.

El pescado está vendido

Utz Claassen será el propietario del Mallorca si en el último minuto Biel Cerdà no le clava un puñal por la espalda, lo que no hay que descartar conociendo al personaje. El alemán se ha rodeado de ejecutivos de su confianza, toma todas las decisiones -con la aquiescencia del maquiavélico Cerdà- y ya solo le falta el trámite de la ampliación de capital. Serra Ferrer se perfila ya como el gran perdedor de una guerra que ha durado ya casi tres años. Hace tiempo que su 48 por ciento no le sirve para gestionar, y después de la ampliación valdrá calderilla. Nunca ha sido aconsejable dar por muerto al pobler, pero esta vez se ha metido en un camino sin salida y no tiene posibilidad de dar marcha atrás. Cerdà, al que entregó el club e hizo presidente, ha elegido a Claassen. El máximo accionista no merece compasión. Él se ha buscado su desgracia, que por cierto tampoco será tanta.

Ni frío ni caliente

El tercer puesto de Jorge Lorenzo en el Mundial no sabe ni a mucho ni a poco porque él mismo enterró cualquier expectativa a principio de temporada. El circuito lo dominará Marc Márquez durante muchos años y si además el mallorquín se suicida con malas decisiones como la de ayer, no hay mucho que hacer.