Utz Claassen ha perdido definitivamente los papeles. Creyéndose ya el 'puto amo' -Guardiola dixit- del Mallorca por su alianza con Cerdà que no se cansa de desmentir, cometió ayer un error de bulto que va a pagar muy caro. La afición siempre tiene razón, aquí y en Alemania, y eso debería saberlo el germano, con alguna experiencia en el Hannover.

Ningunear como lo hizo a los manifestantes, muchos o pocos, que expresaron libremente su opinión contra la directiva, él incluido, es de necios. Se ha tirado definitivamente a la afición encima y, si quiere comprobarlo de primera mano, que acuda el próximo sábado al palco del Iberostar y saldrá de dudas.

Claassen sienta cátedra cuando tiene un micrófono delante. Para los que no le conocen, hasta incluso su discurso puede llegar a resultar creíble. Peros sus actos le delatan. Es la incongruencia personificada. Dice una cosa y hace otra. Por ejemplo, se niega a una ampliación de capital de cinco millones propuesta por Serra Ferrer y ayer se descuelga con que está dispuesto a anticipar 600.000 euros para el pago de las nóminas en otro movimiento de cara a la galería.

Rehúye cualquier tipo de responsabilidad, como su socio Cerdà, en el descenso del Mallorca y en el fracaso de la pasada temporada, cuando hace ya tiempo, en otra maniobra para tumbar a Serra, festejó que "a partir de ahora todas las decisiones se tomarán en el Consejo". Formar parte del mismo y dar toda la culpa al máximo dirigente, en este caso accionista (Serra Ferrer) es como si un ministro, pongamos por caso Ana Mato, responsabilizara únicamente al presidente Rajoy del desbarajuste del ébola. Todos están en el mismo barco, para lo bueno y para lo malo.

Y un último apunte. Señor Claassen, cuando hable de "gente comprada" perteneciente a los medios, si tan seguro está, dé nombre y apellidos porque no hay nada más injusto que generalizar.